La Iglesia católica reafirma su supremacía sobre las demás como fuente de salvación

El cardenal Ratzinger critica las "teologías relativistas" y los errores de la "falsa tolerancia"

La declaración Dominus Jesus, presentada ayer por el responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, da un paso atrás en el camino del ecumenismo para fijar la pureza del dogma, que según Ratzinger está empañado por las "teologías relativistas" que miran con indulgencia a todas las religiones, convencidas de que "tanto vale una como otra". Con la declaración, el catolicismo se propone además frenar la ofensiva cada vez más intensa de las religiones "individuales", que ofrecen vías eclécticas y no codificadas hacia Dios.

La Iglesia no debe renunciar a...

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La declaración Dominus Jesus, presentada ayer por el responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, da un paso atrás en el camino del ecumenismo para fijar la pureza del dogma, que según Ratzinger está empañado por las "teologías relativistas" que miran con indulgencia a todas las religiones, convencidas de que "tanto vale una como otra". Con la declaración, el catolicismo se propone además frenar la ofensiva cada vez más intensa de las religiones "individuales", que ofrecen vías eclécticas y no codificadas hacia Dios.

La Iglesia no debe renunciar a la Verdad, dijo ayer Ratzinger, en defensa de una "falsa tolerancia religiosa". Y la Verdad está en Jesucristo, venido a la Tierra para salvar a la Humanidad. "La Iglesia de Cristo" dice el documento, "subsiste únicamente en la Iglesia Católica". De ahí que sólo ella pueda ofrecer la vía de salvación "única, completa y universal".La declaración Dominus Jesus, un texto de 36 páginas firmado por Ratzinger y enviado a los presidentes de todas las conferencias episcopales, es, según definición propia, una "base doctrinal vinculante para todos los fieles, que debe guiar la reflexión teológica y la labor pastoral y misionera de la Iglesia". De hecho, representa un golpe de timón en la política vaticana y una llamada de atención a la jerarquía católica del mundo para que no pierda el norte en su enfoque de la coexistencia pacífica con otras religiones y filosofías. Una coexistencia basada en el respeto mutuo que no puede llevar a la Iglesia Católica, viene a decir el documento, a dejar de ejercer su labor evangelizadora y misionera, porque "con la venida de Cristo a la Tierra, Dios ha querido que la Iglesia por Él fundada fuera instrumento para la salvación de toda la humanidad".

En el capítulo ecuménico, la declaración reafirma la tesis de anteriores encíclicas. "Las iglesias que no aceptan el Primado del Obispo de Roma están unidas a la Iglesia de Roma por vínculos estrechísimos, como la sucesión apostólica y la Eucaristía. En estas Iglesias particulares está presente y operante la Iglesia de Dios".

Sí a los ortodoxos

El texto se refiere a las Iglesias cristianas ortodoxas que mantienen la Eucaristía y la estructura jerárquica similar a la Iglesia de Roma, pero queda completamente excluida la miríada de credos protestantes que se articulan en torno a la figura de Cristo. Para el Vaticano, estas confesiones "no pueden ser consideradas verdaderas Iglesias". Sin embargo, "los que han sido bautizados en estas comunidades están en una cierta comunicación, aunque imperfecta, con la Iglesia Católica", precisa el texto. En el documento, aprobado por Juan Pablo II, se condenan algunos de los supuestos errores fundamentales de las teologías del pluralismo religioso que amenazan con confundir a católicos y no católicos. Por ejemplo, "la convicción de lo inaprensible e inexpresable de la verdad divina; la actitud relativista hacia la verdad, porque lo que sería verdad para unos no lo sería para otros; el subjetivismo exagerado de quienes consideran la razón como única fuente de conocimiento; la contraposición radical entre mentalidad lógica occidental y mentalidad simbólica oriental; el eclecticismo religioso de quienes asumen en la reflexión teológica categorías derivadas de otros sistemas filosóficos y religiosos sin comprobar su compatibilidad con la fe cristiana".

La Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición) reafirma su respeto por las otras religiones, pero su máximo responsable, Ratzinger, alertó ayer a los católicos contra el clima que crean tales concepciones relativistas que consideran "una especie de fundamentalismo el afirmar que existe una verdad universal". "Lo ven como un atentado contra el espíritu moderno, como una amenaza contra la tolerancia y la libertad". Según Ratzinger, interpretan erróneamente algunas enseñanzas del Concilio Vaticano II "y sustituyen con la ideología del diálogo a la misión, a la urgencia de la llamada a la conversión".

Ratzinger criticó el pensamiento relativista como un pensamiento débil para el cual, "diálogo significa poner en el mismo plano la propia posición y la propia fe y las convicciones de los otros".

Se trata de un verdadero ataque a Jesucristo, dijo, porque se le presenta como un mediador más entre Dios y los hombres. La Iglesia, desde el principio, "ha reconocido a Jesús un valor salvífico tal, que sólo él, en su calidad de Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado, tiene el objetivo de dar la revelación a la vida humana entera y cada hombre". Por lo tanto, "serían contrarias a la fe cristiana y católica las propuestas de solución que propusieran una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo".

El Concilio hablaba ciertamente de la "gracia salvadora de Dios que llega a los no cristianos. "Es necesario estimular este valor teológico", dijo Ratzinger. Sin embargo, la Iglesia no puede ser considerada una vía de salvación "junto a las otras religiones, que por ello serían equivalentes a la Iglesia". Aunque hay plegarias y ritos de otras religiones "que pueden asumir un papel de preparación evangélica", a éstas no corresponde "el origen divino y la eficacia salvadora ex opere que se opera a través de los sacramentos cristianos".

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