El milagro de la rodilla

La Congregación de la Causa de los Santos ha dado por probados, tras la obligada consulta médica, dos casos de curación inexplicable ligados a la intervención póstuma de Juan XXIII y Pío IX. Son los milagros que deben constar en la documentación previa a toda beatificación (siempre que no se trate de mártires de la fe). En el caso de Angelo Giuseppe Roncalli, la consulta médica sancionó como "milagrosa" la curación de la religiosa Caterina Capitani, que padecía una grave enfermedad del estómago, con continuas hemorragias. Su invocación al Papa bueno resultó salvado...

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La Congregación de la Causa de los Santos ha dado por probados, tras la obligada consulta médica, dos casos de curación inexplicable ligados a la intervención póstuma de Juan XXIII y Pío IX. Son los milagros que deben constar en la documentación previa a toda beatificación (siempre que no se trate de mártires de la fe). En el caso de Angelo Giuseppe Roncalli, la consulta médica sancionó como "milagrosa" la curación de la religiosa Caterina Capitani, que padecía una grave enfermedad del estómago, con continuas hemorragias. Su invocación al Papa bueno resultó salvadora para esta religiosa, todavía viva.

El milagro realizado por Pío IX se remonta a 1910, aunque la consulta médica no lo dio por bueno hasta 1986. En este caso, la curación de la religiosa francesa Marie-Therese de Saint Paul se mantiene en un ámbito más modesto, ya que su dolencia se limitaba a una lesión en la rodilla derecha que la impedía cumplir con sus obligaciones.

Marie-Therese de Saint Paul, hija de un antiguo miembro de la Guardia Suiza de Pío IX, poseía una reliquia del pontífice, un pedazo de tela de una de sus sotanas, y a él se encomendó al comprobar que los médicos no eran capaces de curarle la rodilla, fracturada en una caída. En 1907, la religiosa hizo una novena ante la reliquia de Pïo IX y, para su sorpresa, la rodilla mejoró, hasta el punto de permitirle permanecer de pie sin ninguna ayuda. En 1910 inició una segunda novena y al día siguiente se dio cuenta de que ya podía arrodillarse.

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