Tribuna:NEGRITAS

¡Qué susto!

La úlcera sangrante que sufrió el histórico líder comunista Santiago Carrillo durante sus vacaciones en Nerja (Málaga) no sólo ha tenido en jaque a sus familiares, admiradores y a toda la prensa nacional, sino también, y muy especialmente, a los trabajadores del Hospital Comarcal de La Axarquía, un centro habitualmente tranquilo, que ha vivido desde la barrera incluso las peores escaramuzas a cuenta de los retrasos en las listas de espera de la sanidad pública.Pero el verano les trajo un paciente conocido, con todo lo que eso acarrea: la centralita telefónica desbordada por cientos ...

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La úlcera sangrante que sufrió el histórico líder comunista Santiago Carrillo durante sus vacaciones en Nerja (Málaga) no sólo ha tenido en jaque a sus familiares, admiradores y a toda la prensa nacional, sino también, y muy especialmente, a los trabajadores del Hospital Comarcal de La Axarquía, un centro habitualmente tranquilo, que ha vivido desde la barrera incluso las peores escaramuzas a cuenta de los retrasos en las listas de espera de la sanidad pública.Pero el verano les trajo un paciente conocido, con todo lo que eso acarrea: la centralita telefónica desbordada por cientos de llamadas, la necesidad de contener a los visitantes inoportunos y, por si fuera poco, un susto. Lo último llegó de la mano del cantante Joaquín Sabina, quien quiso aliviar las penas de Carrillo regalándole un cartón de tabaco para que pudiera cumplir su deseo de fumar -algo que, según las malas lenguas, el líder ha hecho a hurtadillas durante su estancia en el centro-. Pues hete aquí que en el hospital reciben el paquete y empiezan las sospechas. ¿Será lo que parece, o tendrá dentro lo que la caja de puros que ETA envió a Carlos Herrera? Para salir de dudas, hicieron lo más inteligente: llevar el paquete a rayos X y hacerle una placa. Se acabó el susto: el cartón sólo contenía cigarrillos. Que, por otro lado, se sabe que también matan, pero ese riesgo lo asume voluntariamente el fumador.

Aunque en el fondo, el que fuma nunca cree que el tabaco le vaya a llevar más allá de una tos incómoda. La muerte y las grandes enfermedades se asumen como un riesgo lejano e incierto. Quizá parecido al que vio la ex alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, cuando dejó la alcaldía en manos de Francisco de la Torre, del que podía esperar que alterase ligeramente su forma de llevar la política municipal, pero nunca que llegase a hacerle sombra como alcalde carismático.

Y sin embargo, De la Torre se ha crecido conforme pasaba días en el sillón municipal. Primero, representando más que dignamente a la institución que gobierna en la semana trágica de los atentados de ETA en julio; y después, triunfando en la Feria junto a Antonio Banderas, el pregonero más codiciado. Para colmo, su partido, el PP, que mantiene unas relaciones más que tormentosas con la ministra de Sanidad, confirma su candidatura a las próximas municipales. Dicen que Villalobos está dolida. Es que menudo susto.

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