Editorial:

Contundencia antinazi

Los tres neonazis, un hombre de 24 años y dos adolescentes de 16, que el pasado 11 de junio mataron a golpes a Alberto Adriano, un padre de familia mozambiqueño, en la ciudad alemana de Dessau, fueron condenados ayer a largas penas de cárcel. El único mayor de edad entre los asesinos deberá cumplir cadena perpetua, y los dos menores, nueve años de prisión, uno menos de la pena máxima posible. Los acusados reconocieron que mataron a su víctima por ser negro. La sentencia contiene un claro mensaje: hay que aplicar la ley con rapidez y rigor contra cualquier brote de racismo. Sólo diez semanas de...

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Los tres neonazis, un hombre de 24 años y dos adolescentes de 16, que el pasado 11 de junio mataron a golpes a Alberto Adriano, un padre de familia mozambiqueño, en la ciudad alemana de Dessau, fueron condenados ayer a largas penas de cárcel. El único mayor de edad entre los asesinos deberá cumplir cadena perpetua, y los dos menores, nueve años de prisión, uno menos de la pena máxima posible. Los acusados reconocieron que mataron a su víctima por ser negro. La sentencia contiene un claro mensaje: hay que aplicar la ley con rapidez y rigor contra cualquier brote de racismo. Sólo diez semanas después del crimen comenzaba el juicio contra los acusados. Una semana más tarde ya saben éstos el precio que han de pagar por cometerlo. En la última década, las organizaciones neonazis, que proliferan sobre todo en los estados federados orientales, han medrado por la impunidad de muchas de sus agresiones, pero también por la impresión de que, aunque la sociedad alemana condenara sus métodos, en realidad compartía sus temores a la supuesta "invasión extranjerizante" y también sus ansias de ponerle coto.

La reacción social de este verano tiene por objeto acabar con este perverso malentendido. La conciencia democrática se ha movilizado, unida, para aclarar que no sólo no comparten nada con los nazis, sino que los consideran su máximo enemigo. La democracia tiene medios legales, el Estado debe aplicarlos, y la población, mostrar el coraje cívico para exigirlos y hacer frente a quienes hacen del odio un culto. Cuando esta constelación de voluntades cívicas se produce, los nazis no pueden doblegar a una sociedad libre.

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