Orfanato para mascotas

Una treintena larga de gallinas, patos, conejos, palomas, una ardilla, un pavo real, una iguana y dos serpientes se han librado de un abandono seguro gracias a la hospitalidad del albergue municipal de La Pollina, en Fuenlabrada. Los promotores de este recinto decidieron en julio montar una granja escuela con mascotas huérfanas de dueño, a la vista de la proliferación de animales desamparados en la época estival.Precisamente, algunos bichos desheredados suelen caminar sin rumbo por el polígono industrial donde está enclavado el albergue, "porque los propietarios buscan un lugar apartado de la ...

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Una treintena larga de gallinas, patos, conejos, palomas, una ardilla, un pavo real, una iguana y dos serpientes se han librado de un abandono seguro gracias a la hospitalidad del albergue municipal de La Pollina, en Fuenlabrada. Los promotores de este recinto decidieron en julio montar una granja escuela con mascotas huérfanas de dueño, a la vista de la proliferación de animales desamparados en la época estival.Precisamente, algunos bichos desheredados suelen caminar sin rumbo por el polígono industrial donde está enclavado el albergue, "porque los propietarios buscan un lugar apartado de la ciudad para abandonarlos", explica la responsable de La Pollina, Marta Valdivieso, bajo la atenta mirada de Golfo, un perro de ojos tristes que adoptaron tras verlo corretear por los alrededores solo y desvalido.

Algunos no terminan de asimilar el cambio de aires: la ardilla sufre de estrés porque le asustan las tormentas y las aglomeraciones, y hay patos que, como Lucas, aún están adaptándose a la dureza del terreno del albergue, acostumbrados como estaban a pisar sobre el suave terrazo de las viviendas.

Otras mascotas, sin embargo, deben de sentirse como en casa porque se han traído hasta el equipaje, como el caso de un par de palomas que llegaron al albergue con la zapatilla que les servía de dormitorio. "Las dos ancianas que las trajeron nos enseñaron incluso un álbum con fotos desde que las palomas eran polluelos hasta ahora, y nos llaman a menudo para saber si siguen bien", apunta la responsable del recinto. Eso sí, los antiguos propietarios pueden visitar a las mascotas, pero deben concienciarse de que las han entregado en adopción, pues La Pollina no es un hotel de verano. Ha existido una excepción: "Un niño volvió a los pocos días y nos dijo que no podía vivir sin su conejo y se lo devolvimos", admite Valdivieso.

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