VERANO 2000ÁRBOLES CON HISTORIA

La sombra de los niños

Si la memoria infantil suele tener como escenario principal un parque, la de los gaditanos se halla inseparablemente ligada al espacio conocido popularmente como Parque Genovés. Varias generaciones de vecinos de esta ciudad han crecido, jugado y entregado, ya adolescentes, sus primeros besos en este verdadero jardín botánico, que concentra más de un centenar de especies vegetales.De entre sus ejemplares más singurales destaca, por vasta y entrañable, la araucaria que preside la zona de juegos, cerca del estanque de los patos. Se trata de un árbol muy común en plazas y jardines por su belleza o...

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Si la memoria infantil suele tener como escenario principal un parque, la de los gaditanos se halla inseparablemente ligada al espacio conocido popularmente como Parque Genovés. Varias generaciones de vecinos de esta ciudad han crecido, jugado y entregado, ya adolescentes, sus primeros besos en este verdadero jardín botánico, que concentra más de un centenar de especies vegetales.De entre sus ejemplares más singurales destaca, por vasta y entrañable, la araucaria que preside la zona de juegos, cerca del estanque de los patos. Se trata de un árbol muy común en plazas y jardines por su belleza ornamental, y que puede alcanzar, como en este caso, los 50 metros de altura. No en vano, su nombre científico, Araucaria excelsa, alude a sus grandes dimensiones y regio porte. Además su tronco, robusto, elegante y derecho, presta frecuentemente su madera para la construcción de embarcaciones.

Originaria de la isla de Norfolk, en el Este de Australia, la araucaria llegó a Cádiz a finales del siglo pasado. Su naturaleza le permite tolerar bien la proximidad del mar y adaptarse sin dificultad a todo tipo de suelos, siempre que disponga de suficiente luz solar. Las heladas, no obstante, son sus peores enemigos. Su facilidad reproductora, a través de esquejes o semillas, ha permitido que prosperen en la ciudad otros ejemplares de esta especie, que pueden ser contemplados en la Alameda de Apodaca, en el Paseo de Carlos III o la Plaza de Candelaria, entre otras localizaciones.

Sus ramas, dispuestas en verticilos regulares, despliegan hojas pequeñas y escamosas que florecen en primavera. Las piñas, por el contrario, maduran en otoño, mudando el aspecto de este gigantón.

Invariablemente, en una y otra época, la araucaria presta su sombra a los divertimentos infantiles. Pero ello no impide que, aunque pase el tiempo, aquellos niños que jugaron bajo la imponente copa piramidal sigan dejándose impresionar por tan majestuoso inquilino.

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