Tribuna:

Fuera de sí mismo

El centro es periferia pura. Y no me refiero al centro político, sino al geográfico, en el caso de que sean conceptos distintos. Cuando te alejas un poco para ganar perspectiva, te das cuenta de que Madrid limita con la nada. Por eso es el lugar donde ha crecido ese espacio mítico conocido como "aeropuerto de Barajas". Mucha gente identifica la idea de aventura con un recorrido entre la terminal 1 y la 3. Fuera de Madrid, te preguntan cómo es ese aeropuerto y yo me he dado cuenta de que no es preciso mentir para convertirlo en algo portentoso. El laberinto de Minos era un prodigio de claridad ...

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El centro es periferia pura. Y no me refiero al centro político, sino al geográfico, en el caso de que sean conceptos distintos. Cuando te alejas un poco para ganar perspectiva, te das cuenta de que Madrid limita con la nada. Por eso es el lugar donde ha crecido ese espacio mítico conocido como "aeropuerto de Barajas". Mucha gente identifica la idea de aventura con un recorrido entre la terminal 1 y la 3. Fuera de Madrid, te preguntan cómo es ese aeropuerto y yo me he dado cuenta de que no es preciso mentir para convertirlo en algo portentoso. El laberinto de Minos era un prodigio de claridad y de señalización al lado de ese monstruo al que ha comenzado a crecerle una pista más en plan metástasis. Un directivo de Iberia decía hace años que a todos los extranjeros en tránsito que no perdieran su conexión en Barajas habría que darles un premio.Por otra parte, si ustedes se fijan, cuando los periódicos quieren hacer un reportaje de aventuras, no envían ya al periodista aguerrido a África, sino a Barajas, donde hay dramas humanos por doquier. Recuerden aquel grupo de cubanos que vivió una semana en sus dependencias, o ese vuelo de Icelandair que tenía que haber salido a las 14.30 de un lunes y despegó a las 18.30 de un martes. ¿Quién da más? Da más Álvarez Cascos, que hace poco se fotografió echando una palada de cemento sobre la primera piedra de la metástasis, a la que llamó sin sonrojo "la mayor actuación aeroportuaria en fase de construcción en el mundo". Casi nada. Ya no nos conformamos con superar a los países de "nuestro entorno". Nuestro entorno se nos ha quedado pequeño y ahora competimos con el universo mundo desde una ciudad utópica, incluso ucrónica, repleta, sin embargo, de seres reales, incluso realistas, llamados Paco o Rafa. Eso es precisamente lo que sucedió durante el acto de la primera piedra, o la cuarta metástasis. Dicen que Paco Álvarez Cascos se volvió a un señor y le dijo:

-Gracias por todo, Rafa.

No sabemos a qué se refería con ese "todo", pero lo de Rafa iba por Arias-Salgado, que ha dejado el sector aeroportuario hecho trizas para entregarse al ramo de la alimentación. Lleven cuidado, pues, con lo que se meten en la boca: la salmonella, como la estupidez, no descansa nunca.

Pues todo eso, que es a lo que íbamos, sucede en Madrid, una ciudad a la que cada vez cuesta más poner límites geográficos y morales. He dicho morales aguantándome la risa, como ustedes comprenderán.

Mucha gente, cuando salgo fuera, me pregunta cómo es eso que los periódicos llaman el "supermercado de la droga", o si las narcosalas tienen servicios de señoras y de caballeros. Yo invento sobre la marcha, aunque ya me he dado cuenta que el mejor modo de mentir es decir la verdad. El Madrid más fantástico es el real, que no el Real Madrid, aunque también, con un estadio incrustado en medio de la ciudad, como el aeropuerto de Barajas, para que cuando haya partido se enteren hasta aquellos que detestan el fútbol.

Tradicionalmente, los sucesos fantásticos se dan en la periferia de la realidad, en los lugares apartados. Se equivocan, pues, quienes continúan situando a Madrid en el centro de algo. El otro día un ovetense me confesó que había ido a Madrid con idea de asistir al congreso del PSOE, y se pasó tres días en la M-40, dando vueltas. Más allá de la M-40 no hay nada, nada. Ahora parece que quieren hacer la M-50, y después, la M-60, pero lo que a uno le gustaría que hubiera al otro lado de algo es vida inteligente o, en su defecto, un bar. Si Madrid estuviera en el centro de algo, como algunos pretenden, limitaría por el norte y por el sur con algo. Pero Madrid no sólo no limita, sino que es el límite. ¿Se puede ir acaso más allá del pensamiento urbanístico de Álvarez del Manzano?

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No, no se puede. Como no se puede ir más allá del aeropuerto de Barajas, ni más allá de la M-40. Ahora van a hacer un túnel desde la Castellana a la carretera de Barcelona para que podamos ir más allá de María de Molina, pero el precio, en atascos y mala leche, va a ser altísimo durante varios meses, incluso años.

No somos el centro de nada, sino la frontera de todo. Por eso esta ciudad es un excelente decorado de novela. Todo lo realmente importante viene de la periferia. El círculo no se define tanto por su centro como por su perímetro. El centro está fuera. A veces, incluso, fuera de sí mismo.

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