Tribuna:

Los hombres y la violencia

Mucha gente piensa que los hombres están predispuestos por naturaleza a la agresión y la brutalidad. Sin embargo, los científicos que estudian la naturaleza informan que la violencia es una posibilidad dentro del comportamiento humano, pero no por ello inevitable, y que la mitad de las sociedades tribales investigadas no son violentas o lo son a niveles muy bajos. En algunas sociedades no existe la violación, ni el maltrato a la esposa, ni las peleas, ni la guerra. Todo ello es la mejor prueba que tenemos de que la especie humana, en general, y los hombres, en particular, no están genéticament...

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Mucha gente piensa que los hombres están predispuestos por naturaleza a la agresión y la brutalidad. Sin embargo, los científicos que estudian la naturaleza informan que la violencia es una posibilidad dentro del comportamiento humano, pero no por ello inevitable, y que la mitad de las sociedades tribales investigadas no son violentas o lo son a niveles muy bajos. En algunas sociedades no existe la violación, ni el maltrato a la esposa, ni las peleas, ni la guerra. Todo ello es la mejor prueba que tenemos de que la especie humana, en general, y los hombres, en particular, no están genéticamente programados para la violencia.De tal manera, que si la violencia no es una necesidad biológica, entonces debe de tener lugar el aprendizaje de este comportamiento. Es cierto que estamos rodeados por violencia. A la edad de 18 años, los niños han visto en televisión 18.000 muertes violentas, además observan la brutalidad en los deportes y oyen a respetados líderes políticos explicar por qué es necesario empezar una nueva guerra. Además, los niños son pegados por sus padres y ven como éstos se pelean, aprendiendo, así, que la violencia y el amor van juntos. Los científicos, tras estudiar todos estos comportamientos, nos dan la clave sobre lo que debemos hacer para cambiar las cosas. Ellos nos informan de que las sociedades con poca o ninguna violencia son más o menos igualitarias; que los hombres no controlan a sus mujeres y que un hombre no manda sobre otro. Por otro lado, las sociedades más violentas se caracterizan por la dominación del hombre.

Los hombres no sólo han utilizado la violencia para mantener el poder y el control sobre las mujeres u otros hombres, sino que han aprendido a pensar en el poder como su capacidad para dominar y controlar el mundo, la gente a su alrededor y sus propias emociones. El poder es comparado con la masculinidad, y puede ser ejercido de diferentes maneras: con dinero, ideas, encanto, cerebro o fuerza bruta. Cualquiera que sea el método, los hombres hemos aprendido que ser un hombre significa algún tipo de poder y control. La mayoría de los hombres no son violentos, pero sentimos que tenemos que estar en lo alto, al menos en algún aspecto de nuestras vidas. El problema es que muchos hombres sienten que no tienen el control. Si se equipara ser un hombre con tener poder, la falta de éste puede hacer que te sientas incompleto, inadecuado, impotente ¿Qué hacen los hombres a este respecto? Muchos utilizan el acoso sexual, el abuso y la violencia como una forma insconsciente de conseguir su equilibrio masculino, su sentido de que realmente son hombres. Acosadores, violadores, maltratadores y asesinos de mujeres no están necesariamente locos. Son hombres con dolor, que cogieron el mensaje de que deben dominar para ser hombres.

Por ello, nuestro mensaje para cambiar las cosas es el siguiente: si la desigualdad entre hombre y mujer es el origen de la violencia masculina, debemos considerar la igualdad como un logro clave para el cambio. El feminismo es una visión de igualdad entre el hombre y la mujer. Es una visión de liberación para las mujeres. Es, como cada día más hombres están descubriendo, una liberación para los propios hombres, que los libera de las luchas por el poder, las presiones para competir, la distancia emocional de los hijos/as, de otros hombres y de las mujeres y de la violencia que caracteriza nuestras vidas de una u otra manera. Es por ello que durante una semana al año, que comienza el 25 de noviembre, millones de hombres en Canadá, y cada día más de todo el mundo, llevan un lazo blanco. Es la promesa pública de que nunca se comprometerán, condonarán o permanecerán silenciosos ante la violencia contra las mujeres y que serán padres más activos, preocupados y amorosos, sirviendo de ejemplo a sus hijos e hijas y a los hombres de su alrededor, y que se comprometen a analizar el sexismo en nuestras vidas. La Campaña del Lazo Blanco es la declaración de que, incluso si no se es parte del problema, todos podemos ser parte de la solución. Más que cualquier otra cosa, la Campaña del Lazo Blanco es un mensaje de amor sobre la bondad de los hombres.

Michael Kaufman es director internacional de la Campaña del Lazo Blanco.

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