El reverendo Hoey llama a la guerra contra el 'enemigo' católico

Los asesinatos y disturbios de la víspera de la gran fiesta protestante no lograron apagar la furia de los orangistas por el veto a sus marchas tradicionales. La prohibición afectó ayer a las logias de un distrito de Belfast y su feroz protesta retumbó hasta el sector católico de la calle Ormeau, separado del protestante por el río Langa. Un portón metálico, vigilado por agentes de la policía norirlandesa, frenó la procesión de unos trescientos orangistas. "Nos tropezamos con esta obscenidad que bloquea nuestro camino", denunció el capellán del distrito, el reverendo Robert William Hoey.
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Los asesinatos y disturbios de la víspera de la gran fiesta protestante no lograron apagar la furia de los orangistas por el veto a sus marchas tradicionales. La prohibición afectó ayer a las logias de un distrito de Belfast y su feroz protesta retumbó hasta el sector católico de la calle Ormeau, separado del protestante por el río Langa. Un portón metálico, vigilado por agentes de la policía norirlandesa, frenó la procesión de unos trescientos orangistas. "Nos tropezamos con esta obscenidad que bloquea nuestro camino", denunció el capellán del distrito, el reverendo Robert William Hoey.

Las palabras de protesta del capellán resultaron veneno en los oídos de los católicos que montaban guardia al otro lado de la barricada policial. "Es hora de que apoyen a los que respetamos la ley y destruyan el pannacionalismo irlandés. Pedimos que se inicie la guerra contra el enemigo porque no habrá paz mientras los republicanos hagan lo que quieren. Agarradlos y hundidlos de una vez por todas", dijo el reverendo.

El Gobierno de Tony Blair también fue objetivo de Hoey. "Se ha rendido ante las amenazas de violencia de los nacionalistas y cumple sus deseos", gritó. Al término de la protesta, las bandas de música enfilaron hacia el parque de Ormeau, donde se concentraron durante el resto de la jornada cerca de un centenar de logias y unos diez mil orangistas.

El mismo ambiente de fiesta popular prevaleció en el resto de la provincia, donde el sector mayoritario de la población se sumó a las 1.500 logias orangistas en el 310º aniversario de la batalla del Boyne. Con las marchas de ayer culminaba la temporada de conflictivos festejos protestantes. Pero, dada la reciente tensión, pocos apostaban ayer por el fin de los crímenes y disturbios callejeros. "Esta noche quizá no pase nada, pero algún día pagaremos por negarles el paso. Cuando se alejen los medios de comunicación, matarán a algún joven o, tal vez, incendiarán la casa de una familia", señala el republicano Gerry Rice, portavoz del Grupo de Acción de los Residentes de la Calle Ormeau.

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