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Pocas bromas con la gaita

Ya no, ya no se pueden hacer bromas con las gaitas. Aquello de no me toques la gaita ha de pasar a la historia, pues tocar la gaita puede ser hoy sinónimo de éxito, tanto que, como dijo Antón Reixa, "en Galicia ya hay más gaiteros que gallegos".Buena culpa de que todo eso esté ocurriendo la tiene un gaitero, un gaitero de larga melena lacia que como buen gallego hubo de buscar el reconocimiento en el extranjero antes de que en España le hiciesen caso. Lo logró en el año 1989, cuando colaboró con los famosos The Chieftains en la banda sonora de la película ...

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Ya no, ya no se pueden hacer bromas con las gaitas. Aquello de no me toques la gaita ha de pasar a la historia, pues tocar la gaita puede ser hoy sinónimo de éxito, tanto que, como dijo Antón Reixa, "en Galicia ya hay más gaiteros que gallegos".Buena culpa de que todo eso esté ocurriendo la tiene un gaitero, un gaitero de larga melena lacia que como buen gallego hubo de buscar el reconocimiento en el extranjero antes de que en España le hiciesen caso. Lo logró en el año 1989, cuando colaboró con los famosos The Chieftains en la banda sonora de la película La isla del tesoro, cosa que le permitió tener una carta de presentación para una industria española que entonces seguía creyendo que la gaita sólo servía para dar la tabarra.

En 1996, Carlos Núñez demostró lo contrario con A irmandade das estrelas, su primer elepé, al que siguió el exitoso Os amores libres, del que vendió sólo en España más de 250.000 ejemplares.

A tenor de su creciente popularidad y del impacto de la gaita como instrumento capaz de seducir al público pop, Carlos Núñez ha echado el resto en su reciente Mayo longo, una producción de muchos números, nombres ilustres del pop (como Roger Hodgson, del grupo Supertramp) y de la música celta (Liam O'Flynn, por ejemplo), y una colección de canciones producidas por Alejo Stivel forman el corazón de este álbum, que esta misma noche presenta Carlos Núñez en el Palau de la Música de Barcelona a las 22.00 horas.

Queda claro, pues, a estas alturas que la gaita es algo más que el vetusto recuerdo de un pasado folclórico que se resiste a morir.- L. H.

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