La Academia de Sant Jordi presenta en Bilbao una antológica de sus fondos

La Real Academia Catalana de Sant Jordi decidió celebrar este año el 225º aniversario del inicio de sus actividades sacando fuera de su sede de Barcelona, por vez primera en su historia, las mejores obras de su colección. La exposición antológica, que ya se pudo ver en Pamplona y Vitoria, muestra desde ayer en el Archivo Foral de Vizcaya, en Bilbao (María Díaz de Haro, 11) una selección de 84 piezas, seleccionados entre unos fondos de más de 600 pinturas y 4.000 dibujos.

La colección de la Real Academia Catalana de Sant Jordi comenzó a crearse en 1775 a partir de las obras de la Escuela...

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La Real Academia Catalana de Sant Jordi decidió celebrar este año el 225º aniversario del inicio de sus actividades sacando fuera de su sede de Barcelona, por vez primera en su historia, las mejores obras de su colección. La exposición antológica, que ya se pudo ver en Pamplona y Vitoria, muestra desde ayer en el Archivo Foral de Vizcaya, en Bilbao (María Díaz de Haro, 11) una selección de 84 piezas, seleccionados entre unos fondos de más de 600 pinturas y 4.000 dibujos.

La colección de la Real Academia Catalana de Sant Jordi comenzó a crearse en 1775 a partir de las obras de la Escuela Gratuita de Diseño, que impulsaron los comerciantes catalanes en Barcelona. Aquellas piezas fueron el germen de los fondos que hoy posee, definidos ayer por el conservador del museo, Francesc Fontbona, como "una típica colección de academia", surgida para reglar el arte y protegida por el poder.Así, los artistas encumbrados, elegidos como patrones para sus alumnos, eran los "papas" del arte académico. "Los museos de la academia eran para los artistas como los depósitos de cadáveres para las facultades de Medicina", añadió el conservador. "Allí encontraban los mejores modelos para aprender". Y otro rasgo determinante: en todas las academias europeas interesaron durante siglos los mismos estilos y las mismas reglas.

Fontbona recordó que los fondos de la Academia surgieron de la suma de adquisiciones, obras creadas por alumnos y profesores del propio centro y donaciones hasta formar hoy en día una colección de más de 600 cuadros.

La selección de las 84 piezas que constituyen la primera exposición de la Academia fuera de su sede de Barcelona ha intentado dar una imagen representativa de la institución, que recorre desde principios del siglo XVI hasta el primer tercio del XX, con una especial atención a las etapas del neoclasicismo y romanticismo catalanes.

Entre las obras que conforman la exposición destacan dos fragmentos de pinturas murales, firmadas por Annibale Carracci (Bolonia, 1560-Roma, 1609). Ambos frescos, trasladados a tela, fueron señalados por Fontbona como "los más ilustres" de la colección. Se trata de El padre eterno (1600) y Asunción de la Virgen (1604-1605), las dos procedentes de una capilla de San Giacomo degli Spagnuoli, de Roma, y donadas a la Academia por Isabel II. Carracci, autor de los frescos de la Galleria Farnese, de Roma, fue uno de los precursores de la escuela clasicista barroca.

La exposición parte cronológicamente de las obras de José de Ribera y la escuela flamenca y ofrece varios ejemplos de pinturas de temas bíblicos de maestros italianos. A partir del XVII, la colección se centra, básicamente, en la producción de artistas catalanes, como Lluis Rigalt, Mariano Fortuny y Ramón Martí, entre otros.

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