SALUD

Alerta sobre la moda del 'piercing'

"Si te haces un piercing (anillado) o un tatuaje, hazlo en un centro con garantías higiénicas". Este mensaje resume las recomendaciones que están haciendo a la población las comunidades autónomas y ayuntamientos, que empiezan a regular estas prácticas, cada vez con más adeptos entre los adolescentes y jóvenes españoles.El piercing consiste en anillarse con pequeños aros o bolitas de acero quirúrgico, titanio e incluso oro, las partes más insospechadas del cuerpo, desde la ceja, la nariz o el labio, hasta la lengua, los pezones, el pene o la vulva, como expresión de una moda, una ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Si te haces un piercing (anillado) o un tatuaje, hazlo en un centro con garantías higiénicas". Este mensaje resume las recomendaciones que están haciendo a la población las comunidades autónomas y ayuntamientos, que empiezan a regular estas prácticas, cada vez con más adeptos entre los adolescentes y jóvenes españoles.El piercing consiste en anillarse con pequeños aros o bolitas de acero quirúrgico, titanio e incluso oro, las partes más insospechadas del cuerpo, desde la ceja, la nariz o el labio, hasta la lengua, los pezones, el pene o la vulva, como expresión de una moda, una cultura o una forma de vivir. En muchos casos, el adorno se acompaña también de tatuajes.

Los riesgos son claros: "Se derivan siempre de la mala aplicación de la técnica o del tipo de material que se utilice", explica Rafael Esteban, médico del servisio de medicina interna del hospital Vall d'Hebrón, de Barcelona. Si los utensilios que se utilizan en la intervención no están bien esterilizados, o el practicante no guarda las normas de higiene sanitaria, el joven puede irse a casa con una hepatitis, además de su pendiente. "Ya hemos visto aquí, al igual que en Estados Unidos, que el tatuaje o el piercing es un antecedente frecuente en casos de infección por hepatitis B o C", asegura Esteban.

Además de la posibilidad de contraer una enfermedad, un anillado o tatuaje sin control puede destrozar la parte del cuerpo afectada, tal y como cuenta Pury Arroyo, de la Asociación Nacional Cultural de Maestros Tatuadores y Piercing. "Yo he llegado a ver a una persona con la ceja caída para siempre porque al colocarle el anillo en la ceja le han partido el músculo que la sostiene. La gente no piensa en las consecuencias y se pone en manos de cualquiera", advierte. El furor es tal, "en estos momentos más como movimiento cultural que como moda", indica Arroyo, que son los propios padres los que acompañan a los menores a los centros para bendecir su perforación.

El número total de establecimientos que se dedican en España a estas actividades es todavía un misterio para las administraciones y para aquellos que intentan organizarse, ya que en buena parte se ejerce fuera de todo control. La regulación depende de las autonomías y de los ayuntamientos. Cataluña tiene en trámite un decreto para regular estas prácticas y el Ayuntamiento de Madrid acaba de publicar una ordenanza en el mismo sentido, que pretende garantizar las condiciones sanitarias de los establecimientos de piercing y tatuaje. En el País Vasco existen normas desde 1989 que aluden a ambas intervenciones. El pasado año, el Ministerio de Sanidad prohibió donar sangre durante un año a toda persona que se hubiera practicado un anillado.

La preocupación recorre Europa. Esta misma semana, el Ministerio de Sanidad francés ha expresado públicamente su inquietud por el anillado o el tatuaje sin control. Las autoridades han constatado casos graves, que han comportado la desfiguración del afectado debido a que ha habido que mutilarle para detener la progresión de una gangrena, o que han provocado la esterilidad definitiva de la persona a causa de la intervención.

Según datos del sector, sólo en París existen actualmente 300 locales que atienden a clientes que desean personalizar su cuerpo dibujándose la piel o añadiéndose algún asidero de metal. Unos 600 profesionales se dedican en toda Francia a aplicar estas técnicas, pero habría otros 1.200 que estarían practicando el oficio de manera semiclandestina, al margen de cualquier control fiscal o médico. En estos momentos, un 35% de los franceses menores de 15 años desea o ha deseado tatuarse o agujerearse el cuerpo.

El ministerio francés está dispuesto a registrar a todos aquellos que tatúan y agujerean y exigirles una serie de condiciones sanitarias en la práctica de su trabajo. Pero esa voluntad oficial anunciada no tiene aún traducción legal, como no la tiene tampoco la actividad laboral de muchos de los fabricantes de robocops.

Archivado En