Esperando 'la ola del Everest'

El Everest va camino de convertirse en un Mont Blanc himaláyico, acosado por la masiva presión humana y gestionado por las leyes del comercio, en el que dentro de pocos años nadie llevará ya la cuenta del número de expediciones que hacen cumbre.Así lo ven los cinco montañeros navarros, componentes de la expedición Retena Odisea 2000, que ayer explicaron en Pamplona el balance de los 75 días de su aventura montañera y han aceptado la oferta de la empresa patrocinadora para repetir el año que viene el fallido intento de alcanzar sin oxígeno la cumbre más alta de la tierra.

En palabras del...

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El Everest va camino de convertirse en un Mont Blanc himaláyico, acosado por la masiva presión humana y gestionado por las leyes del comercio, en el que dentro de pocos años nadie llevará ya la cuenta del número de expediciones que hacen cumbre.Así lo ven los cinco montañeros navarros, componentes de la expedición Retena Odisea 2000, que ayer explicaron en Pamplona el balance de los 75 días de su aventura montañera y han aceptado la oferta de la empresa patrocinadora para repetir el año que viene el fallido intento de alcanzar sin oxígeno la cumbre más alta de la tierra.

En palabras del jefe de la expedición, Iñaki Ochoa de Olza, el balance es "contradictorio", porque combina la satisfacción de haber rozado la cima sin ayuda de oxígeno artificial con el hecho de que no haberlo conseguido debido, fundamentalmente, a las adversas condiciones climatológicas. "Al igual que los surfistas están siempre esperando esa ola perfecta, yo esperaré toda mi vida el día que me permita llegar a la cumbre", señaló Ochoa de Olza, que ha intentado ya en tres ocasiones fallidas alcanzar sin botellas de oxígeno la cumbre de 8.850 metros.

"Nosotros, los de Euskaltel, los de Al filo de lo imposible, con Juanito Oiarzábal a la cabeza, y otras expediciones españolas hemos comprobado que física y mentalmente estamos preparados para llegar arriba", indicó Ochoa de Olza, "pero es cuestión de acertar con el día en que la meteorología te permita hacerlo", añadió. "Este año hemos vivido bajo la cumbre del Everest las tormentas de nieve y viento más fuertes de toda nuestra vida y el frío más intenso que jamás habíamos experimentado", explicó. "El año que viene lo volveremos a intentar. Y lo haremos de nuevo sin oxígeno artificial porque ése es nuestro reto y porque entendemos que quienes se ayudan de las botellas están practicando un deporte diferente, legítimo, pero diferente, con mucho menos valor deportivo", continuó Ochoa de Olza. "Yo particularmente si no puedo subir sin oxígeno, no intentaré llegar a la cima", añadió.

Sólo uno de los cinco miembros de la expedición, Koldo Aldaz, que no llegó a usarlo, es partidario de su uso en circunstancias extremas, "porque entiendo que cada uno juega sus legítimas bazas en la montaña y para mí es importante la sensación que puedas tener arriba, independientemente de si lo usas o no", subrayó.

Los expedicionarios señalaron que el enorme incremento de la atención informativa sobre su actividad no les ha causado molestias y reconocieron que el ejemplo de Oiarzábal ha generado una enorme expectación sobre la montaña. "En algún momento nos hemos sentido protagonistas de una especie de Gran hermano en el Everest", bromearon, "pero ya no somos cuatro locos, sino deportistas reconocidos y eso es satisfactorio". La responsabilidad de los contratos comerciales y la atención informativa pesa sobre el riesgo que cada uno está dispuesto a asumir.

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