Haití acude a las urnas bajo la atenta mirada de observadores internacionales

El haitiano Andrea Geoffroy, de 40 años, abordó una balsa rumbo a Florida, naufragó en alta mar, fue devuelto a Puerto Príncipe y prometió embarcarse de nuevo hasta alcanzar las costas de EEUU. "No hay futuro. No hay escuelas, ni dinero, ni empleo en Haití". No hay esperanzas, ni Gobierno u oposición capaces de ofrecerlas, y las elecciones legislativas y municipales que ayer tuvieron lugar, bajo la atenta mirada de una legión de observadores internacionales, llegaron precedidas por 18 asesinatos, bombas, secuestros y las violentas intimidaciones del partido oficial: La Familia Lavalas, del ex ...

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El haitiano Andrea Geoffroy, de 40 años, abordó una balsa rumbo a Florida, naufragó en alta mar, fue devuelto a Puerto Príncipe y prometió embarcarse de nuevo hasta alcanzar las costas de EEUU. "No hay futuro. No hay escuelas, ni dinero, ni empleo en Haití". No hay esperanzas, ni Gobierno u oposición capaces de ofrecerlas, y las elecciones legislativas y municipales que ayer tuvieron lugar, bajo la atenta mirada de una legión de observadores internacionales, llegaron precedidas por 18 asesinatos, bombas, secuestros y las violentas intimidaciones del partido oficial: La Familia Lavalas, del ex presidente Jean Bertrand Aristide, un sacerdote devaluado políticamente, pero aún popular La situación de la República Dominicana, ex colonia española y mayoritariamente mulata, y Haití, ex colonia francesa y mayoritariamente negra, las dos naciones que completan La Española, es tan diferente como antigua la rivalidad entre estas dos porciones insulares históricamente maltratadas por tiranos con ínfulas de emperador. Pacíficas y aceptadas como limpias las presidenciales dominicanas, superado un pasado de fraudes, el Gobierno de Haití fue obligado por la comunidad internacional a convocar unas elecciones que renovarán el Congreso (83 diputados y 19 senadores), los escaños de 564 asambleas territoriales y 133 concejos municipales.

"La situación es desesperante. No se observa progreso", lamenta en Santo Domingo el médico catalán Jaimé Ollé, director de un programa de asistencia sanitaria en Haití. "Vuelve uno, año tras año, y no ve cambios positivos o avances pese a la asistencia internacional". En diciembre de 1990, Jean Bertrand Aristide ganó la presidencia en elecciones libres y entusiastas, aclamado por el 75% de una población harta de los desmanes de satrapía de Duvalier y de un Ejército que mató a miles de civiles. Derrocado por un golpe militar, la invasión norteamericana de septiembre de 1994 devolvió el poder al religioso, que encabezó la insurrección, y ahora quiere ser otra vez presidente. Secundan sus planes el actual jefe de Gobierno, René Preval, y La Familia Lavalas, un partido que abanderó la democracia y lleva camino de convertirse en régimen.

Las pretensiones de Aristide y los grupos de choque progubernamentales se adivinan tras la violencia de los últimos meses y de la anulación de las convocatorias. El objetivo fue, según la opositora Organización del Pueblo en Lucha, hacer coincidir las parlamentarias con las presidenciales y ganar las dos aprovechando la popularidad del cura, decreciente pero aún alta en una nación de siete millones de habitantes hecha jirones.

[La violencia no abandonó a la jornada de ayer. Un policía murió tras ser atacado por un desconocido en Puerto Príncipe, y el agresor fue abatido poco después por una patrulla, informa France Presse.]

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