Roberto Finzi defiende un salto político de la Unión Europea hacia el Mediterráneo

El historiador económico participa en el Patronat Sud-Nord de la Universidad de Valencia

La Unión Europea debe decidir el protagonismo que está dispuesto a darle al Mediterráneo en un futuro inmediato. La reflexión es del todo necesaria, pero no la respuesta. "O continuamos pensando en la región [mediterránea] como un límite de la Unión o la convertimos en un foco de su futura articulación", plantea Roberto Finzi, profesor y director del departamento de Ciencia Económica de la Universidad de Triestre, que ha visitado Valencia invitado por el Patronat Sud-Nord de la Fundació General de la Universidad de Valencia.

El académico reflexionó el pasado viernes en Valencia sobre la...

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La Unión Europea debe decidir el protagonismo que está dispuesto a darle al Mediterráneo en un futuro inmediato. La reflexión es del todo necesaria, pero no la respuesta. "O continuamos pensando en la región [mediterránea] como un límite de la Unión o la convertimos en un foco de su futura articulación", plantea Roberto Finzi, profesor y director del departamento de Ciencia Económica de la Universidad de Triestre, que ha visitado Valencia invitado por el Patronat Sud-Nord de la Fundació General de la Universidad de Valencia.

El académico reflexionó el pasado viernes en Valencia sobre la dificultad "histórica" de los países de la cuenca del Mediterráneo, con las únicas excepciones de Francia e Italia, para integrarse en la Comunidad Europea. Finzi, ligado a la Universidad de Valencia desde que en 1974 participara en uno de sus cursos, en plena dictadura de Franco, recordó en los primeros minutos de su conferencia sobre Europa y el Mediterráneo la relación que inició entonces con los valencianos Emèrit Bono, José Antonio Noguera o el desaparecido Manuel Broseta.Finzi empezó su intervención con una crítica a los recelos con que, durante décadas, Europa ha mirado al Mediterráneo. Esta indiferencia con que los socios europeos del Norte y centro de Europa -"una especie de estrabismo", dijo Finzi-, han observado el Sur, ha acabado provocando también "una astuta indiferencia" de éstos hacia Europa. "Sólo una Europa política, y esto significa una Europa producto de la voluntad popular, puede afrontar un proceso pendiente de aproximación al Mediterráneo", defendió el intelectual, vinculado a las más prestigiosas revistas italianas del pensamiento de izquierdas y del PCI, y discípulo de Renato Zangheri. Finzi es absolutamente escéptico con la receta del euro y la integración vista desde el punto exclusivamente económico.

Puso como ejemplo el caso de Turquía, país que ha solicitado el ingreso en la UE. "El Imperio Otomano era para los gobiernos occidentales hace un siglo el gran enfermo (en italiano malato) de Europa; hoy Turquía, país musulmán, es candidata al ingreso a pesar de que hace sólo un par de años, el ex primer ministro islámico Necmettin Erbakan se había referido a la UE como 'un club exclusivo de cristianos'. La toma de posición de la UE es histórica", subrayó Finzi, "Por primera vez un país musulmán, de 65 millones de habitantes, con una cultura diferente a la del resto, se acerca a Europa". Es una decisión que no podrá ser ignorada por los países del Mediterráneo.

El acceso de Turquía ha despertado, al mismo tiempo, objecciones políticas y culturales en un intento de no extender más allá de Ankara las fronteras europeas. Observado desde una cierta distancia, Europa se beneficia, en el caso turco, de una mayor seguridad -se aplacan las tensiones entre Grecia y Turquía por el Egeo y Chipre-, según Finzi, y de una oportunidad de desarrollo económico. "Es una ocasión que no se puede perder", aseveró. La apertura hacia Turquía le concede a la UE la oportunidad de dar un salto político, ampliando sus actuales límites economicistas y su horizonte de actuación.

Finzi mencionó al demógrafo italiano Massimo Livi Bacci que demostraba que en el primer decenio del siglo entrante la población de la costa Sur del Mediterráneo superará a la del Norte. "Se prevé que la población de los 12 países del Sur acaben este año con 240 millones de habitantes cuando en 1998 eran 231. El crecimiento anual es muy superior al europeo", expuso. Y lo más importante, el acercamiento a Turquía es una consecuencia lógica a la vista de que 4,7 millones de residentes de la UE originarios de la cuenca del Mediterráneo son turcos o magrebíes.

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