El 'Tamsaare' vuelve al buen camino

El Tamsaare zarpó de Buenaventura (Colombia) con la insana intención de transportar hasta Galicia 10 toneladas de cocaína al amparo de una bandera de conveniencia. Un zarpazo en alta mar del Petrel, el buque de caza del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), acabó con su viaje y lo puso en el buen camino. Cuando dentro de unos días llegue por fin a Galicia, casi un año después de todo aquello, el Tamsaare será un barco converso. Ya no prestará sus servicios a los narcotraficantes, sino a un policía altruista y emprendedor de Vigo a quien el juez Baltasar Garzón le ha cedido el viejo arrastrero...

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El Tamsaare zarpó de Buenaventura (Colombia) con la insana intención de transportar hasta Galicia 10 toneladas de cocaína al amparo de una bandera de conveniencia. Un zarpazo en alta mar del Petrel, el buque de caza del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), acabó con su viaje y lo puso en el buen camino. Cuando dentro de unos días llegue por fin a Galicia, casi un año después de todo aquello, el Tamsaare será un barco converso. Ya no prestará sus servicios a los narcotraficantes, sino a un policía altruista y emprendedor de Vigo a quien el juez Baltasar Garzón le ha cedido el viejo arrastrero para convertirlo en buque escuela para la rehabilitación de ex toxicómanos.Leopoldo Cabanelas, de 55 años, lleva 14 años con un pie en cada mundo. Policía de profesión y una especie de ONG de vocación: "Todo ese tiempo he estado trabajando, en los ratos libres que me dejaba mi trabajo de policía, en el campo social. Desde 1993 organizo una olimpiada anual para toxicómanos, en las que han participado hasta 4.000 chavales". Antes que policía fue marino. "De los 14 a los 28 años estuve navegando, recorriendo medio mundo. Tengo cartilla de marino española, inglesa y holandesa", se ufana.

El 4 de julio de 1999, día en que los GEO y el SVA cazaron el Tamsaare, dentro de la llamada Operación Temple, comenzaron a combinarse en la cabeza de Cabanelas profesiones y vocaciones. Se le ocurrió que el desvencijado arrastrero de la extinta URSS, con sus aparejos de pesca nuevos y sin usar, podría convertirse en un buen taller para convertir en marinos profesionales a unos 40 chavales de Vigo, de entre 16 a 30 años, embarcados en dejar las drogas o bien hijos de náufragos.

En septiembre puso manos a la obra. El barco, de unos 60 metros de longitud y con bandera de la isla caribeña de San Vicente, estaba amarrado desde su captura en el puerto de Las Palmas, cuyo presidente, Luis Hernández Pérez, había reclamado a la justicia "una solución rápida al buque para que no acabe convertido en chatarra o hundido, creando un gasto innecesario a la autoridad portuaria". El destino del Tamsaare estaba en manos del juez Garzón.

Cabanelas se puso en contacto con Garzón para pedirle que se lo cediera. Desde que entró en vigor la Ley de Bienes Decomisados a narcotraficantes, los jueces tienen la potestad de ceder provisionalmente un bien hasta que, sentencia en firme de por medio, el barco, coche o avión utilizado por los narcos sea subastado por el Plan Nacional sobre Drogas para retroalimentar la lucha contra los estupefacientes en todas sus vertientes. "Y lo normal es que, si se ha dado un buen uso al bien cedido provisionalmente, la adjudicación se convierta en definitiva", aclaró ayer Javier Hernández, portavoz del Plan Nacional.

Garzón concedió el depósito del barco a Cabanelas el 5 de enero pasado y hoy mismo se reunirán los dos en la Audiencia Nacional para cerrar flecos. Ahora queda llevar el buque a Vigo. La Armada española se ha comprometido a realizar el traslado. "El visto bueno para remolcarlo ya me lo dio el anterior ministro de Defensa, Eduardo Serra", aclara Cabanelas. Pero el remolque es sólo parte del problema. "Cuando lo apresamos, el barco estaba muy mal y yo no sé la capacidad de navegación que tiene el Tamsaare", explicaba ayer uno de los policías que participaron en la captura del buque.

Cabanelas es optimista y no para en barras. Ayer mismo estaba gestionando una póliza de seguros para el arrastrero. "El barco me vale aunque esté mal. Y, si todo sale bien, el Tamsaare estará aquí en unos ocho días". En Vigo ya tiene apalabrado el amarre con la autoridad portuaria, que también va a echar una mano. "Cuando metamos dentro a los 40 chavales, ya empezará a cumplir su destino, porque van a empezar a rehabilitarlo".

La intención del policía (casado y con dos hijos, sin problemas de droga en casa) es conseguir que el barco pueda navegar. "Quiero que los chavales puedan sacarse la libreta de marinero y luego que se especialicen en profesiones relacionadas con la mar, en cursos homologados por la Xunta de Galicia. Y también que el barco sirva para cabotaje", dice Cabanelas, que está creando la Fundación Costa de Galicia para dar forma a esta aventura de un barco convicto y converso.

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