Los malos de la película

El cerco a las sedes del FMI y de Banco Mundial tenía ayer deprimidos a sus empleados. ¿Por qué nos hemos convertido en los malos de la película?, se preguntaban. James Wolfenshon, presidente del Banco Mundial, se siente maltratado por quienes le quieren cerrar la oficina. "Es desmoralizador que haya una movilización como esta por la justicia social cuando eso es exactamente lo que nosotros hacemos", dice.

El Banco y el Fondo, creados tras la Segunda Guerra Mundial, tienen distintos objetivos. El FMI, con 182 países miembros, es más pequeño en cartera (90.000 millones de dólares en prés...

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El cerco a las sedes del FMI y de Banco Mundial tenía ayer deprimidos a sus empleados. ¿Por qué nos hemos convertido en los malos de la película?, se preguntaban. James Wolfenshon, presidente del Banco Mundial, se siente maltratado por quienes le quieren cerrar la oficina. "Es desmoralizador que haya una movilización como esta por la justicia social cuando eso es exactamente lo que nosotros hacemos", dice.

El Banco y el Fondo, creados tras la Segunda Guerra Mundial, tienen distintos objetivos. El FMI, con 182 países miembros, es más pequeño en cartera (90.000 millones de dólares en préstamos) y nómina (2.200 funcionarios) que el Banco, con 200.000 millones de dólares repartidos por todo el mundo gestionados por 11.300 personas, pero su influencia es mayor, al imponer a países en crisis reformas muchas veces dolorosas. El BM, con 181 miembros, financia proyectos de desarrollo.

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Lo que los activistas reprochan a ambas instituciones es el secretismo, la inutilidad de algunas inversiones y que refuercen los intereses del gran capital.

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