Reportaje:

Torres para construir el futuro

EMPRESAS Y EMPRESARIOSEl viejo aforismo de que no hay nada mejor que una buena comida para hacer negocios le va como anillo al dedo a la empresa navarra Comansa. En plena Nochevieja de 1961 y en la sociedad gastronómica más afamada de Navarra, Napardi de Pamplona, se gestó la idea empresarial de la que surgió Construcciones Metálicas de Navarra, una potente industria dedicada a la construcción de grúas que facturó el pasado año 4.400 millones de pesetas y que cuenta con una plantilla de 207 empleados, 182 de los cuales son trabajadores fijos.El auge del sector de la construcción en los últimos...

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EMPRESAS Y EMPRESARIOSEl viejo aforismo de que no hay nada mejor que una buena comida para hacer negocios le va como anillo al dedo a la empresa navarra Comansa. En plena Nochevieja de 1961 y en la sociedad gastronómica más afamada de Navarra, Napardi de Pamplona, se gestó la idea empresarial de la que surgió Construcciones Metálicas de Navarra, una potente industria dedicada a la construcción de grúas que facturó el pasado año 4.400 millones de pesetas y que cuenta con una plantilla de 207 empleados, 182 de los cuales son trabajadores fijos.El auge del sector de la construcción en los últimos años ha tenido una repercusión directa en la industria dedicada a proveer a las empresas de la infraestructura imprescindible para edificar: las grúas. Comansa nació en 1961 con el nombre original de Imausa y con apenas siete empleados. En principio se dedicó a la fabricación de utillaje industrial. Sin embargo, tras una década de expansión, en 1974 decidió centrar todos sus esfuerzos en la fabricación de grúas, un peculiar mercado caracterizado por grandes altibajos y por culturas de trabajo muy distintas, que sólo la calidad y el esfuerzo exportador pueden vencer.

Los actuales socios de esta empresa navarra, radicada en el polígono industrial de Areta, en la localidad de Huarte-Pamplona, próxima a la capital son tres familias: la de Miguel Munarriz, presidente de Comansa y recientemente premiado con el galardón de Mejor Empresario Navarro de 1999, la de los sucesores de su hermano Alberto, ya fallecido, y la familia de Martín Echevarría.

Cuando en la década de los ochenta Comansa adquirió la firma sueca Linden, compró algo más que una industria. Los nórdicos habían desarrollado una tecnología vanguardista, las grúas sin tirante, un sistema modular que posibilita la fabricación de hasta 41.272 modelos diferentes adaptados a las necesidades del comprador. Se trata de un avanzado diseño que elimina la fatiga de las grúas convencionales, prolonga su vida útil, tiene un montaje mucho más sencillo y garantiza menores riesgos en su uso.

El año pasado Comansa produjo en sus naves de la comarca de Pamplona 505 grúas, casi un 15% de las cuales, "por exigencias del propio mercado", subraya Munarriz, fueron destinadas a un sector en fuerte alza, el del suministro a empresas alquiladoras con opción final de compra. "En España son unas 500 las empresas dedicadas a alquilar grúas", indica el presidente de Comansa, firma que cubre el 30% del mercado nacional de las grúas. "Nuestra producción se destina mayoritariamente a la venta, pero el mercado demanda esta fórmula del alquiler porque abarata costes y facilita el trabajo. Y Comansa debe responder a esa exigencia", añade.

De hecho, y dados los altibajos del mercado exportador, Comansa adquirió hace año y medio una participación del 24% del capital de la firma alemana Kammerlander, la segunda del país germano en volumen de alquiler. Y actualmente la empresa navarra está en negociaciones para entrar a formar parte del capital de otra industria semejante en Francia. Un sistema de introducción en sectores extranjeros que pretende aprovechar el tirón del mercado.

No obstante, la firma navarra vende grúas en todo el mundo, pero conoce las dificultades derivadas de los distintos sistemas de construcción de cada continente. Un ejemplo es Estados Unidos, donde casi todo se construye mediante las llamadas grúas-camión, enormes grúas móviles instaladas sobre grandes camiones que, pese a ser mucho más caras, han formado parte de la tradicional cultura rodante de los norteamericanos y que sólo ahora empieza a diversificarse.

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Si a comienzos de la década de los noventa Comansa llegó a exportar en Europa el 80% de su producción, y posteriormente esa cifra se alcanzó vendiendo en los países asiáticos, actualmente ese mismo porcentaje se destina al mercado español y el resto se centra en Estados Unidos.

Grupos de productos

La fabricación de grúas de Comansa se distribuye en tres grandes grupos de producto: las grúas automontantes, con giro en la base, de pequeño tamaño y utilizadas para construcciones bajas; las llamadas grúas-torre, que constituyen el grueso de la producción, y que contemplan una amplia gama desde 50 metros de altura hasta 80 metros de altura y entre 1.300 kilos y 3.900 kilos de capacidad de carga; y, finalmente, las grúas singulares, construidas por encargo, que pueden alcanzar y superar los 110 metros de altura y las 65 toneladas de carga, y que están destinadas a grandes proyectos edificatorios.

El sistema modular de Linden de grúas sin tirante permite levantar estructuras de hasta 145 metros de altura manteniendo una estabilidad excepcional. En lo que no ha cambiado el mercado es en los materiales utilizados. Se siguen fabricando con los mejores y más resistentes aceros y los más modernos sistemas eléctricos de movimiento y carga.

La perspectiva de crecimiento de Comansa sólo tiene un problema: sus actuales instalaciones se han quedado pequeñas. La empresa busca desde hace tiempo una nueva ubicación. "Necesitaríamos 70.000 metros cuadrados frente a los 32.000 actuales", indica Miguel Munarriz, "y ello nos permitiría construir naves e instalaciones en 17.000 metros cuadrados para garantizar nuestro crecimiento".

Pasado balompédico

El pamplonés Miguel Munarriz, el menor de nueve hermanos, no sólo ha triunfado en los negocios empresariales con esfuerzo y largas jornadas de trabajo que, aún hoy, a sus 68 años, alcanzan las doce horas diarias, sino que ya conoció el triunfo en su juventud, cuando su habilidad balompédica le proporcionó una ficha de 20.000 pesetas en el club de fútbol Tudelano. Munarriz fue un gran deportista que, finalmente, rechazó jugar en Osasuna, que militaba entonces en segunda división, para trabajar en un taller industrial y forjarse un futuro más seguro.Hoy en día sigue siendo socio del club rojillo, aunque no frecuenta demasiado los estadios de fútbol. Al menos no tanto como su despacho profesional, en el que comparte espacio con uno de sus tres hijos, que ocupa actualmente la dirección general de Comansa.

Aprendiz desde los14 años, este empresario navarro advierte sobre la falta de capital humano especializado en su sector industrial -"tenemos que formar a nuestros propios trabajadores", se lamenta- y reconoce que sólo la reinversión de los beneficios empresariales en la mejora del negocio conduce al crecimiento.

En Comansa hay once técnicos dedicados en exclusiva a desarrollos propios como parte de un área de I + D especialmente mimada por la empresa, que le confiere una especialización que nada envidia a cualquier firma multinacional. De hecho, Comansa no tiene entre sus planes ninguna fusión que tuerza su desarrollo como industria independiente, aunque ofertas de compra ya las ha habido.

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