La pasarela del Carmen

En ésta su segunda edición, la Pasarela del Carmen ha puesto de relieve algunos aspectos que merecen ser subrayados. Y el primero de ellos es su plausible propósito de ganarse un puesto entre las exhibiciones más acreditadas, como las pasarelas Cibeles y Gaudí. El mérito es tanto más notable por la orfandad oficial que padece el certamen y la indiferencia de los sectores industrial y financiero acerca de la moda y de su potencialidad económica. Salvo leves y episódicos intentos, el capital valenciano y el tinglado fabril no se han sentido tentados por este mercado ni por las provechosas perspe...

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En ésta su segunda edición, la Pasarela del Carmen ha puesto de relieve algunos aspectos que merecen ser subrayados. Y el primero de ellos es su plausible propósito de ganarse un puesto entre las exhibiciones más acreditadas, como las pasarelas Cibeles y Gaudí. El mérito es tanto más notable por la orfandad oficial que padece el certamen y la indiferencia de los sectores industrial y financiero acerca de la moda y de su potencialidad económica. Salvo leves y episódicos intentos, el capital valenciano y el tinglado fabril no se han sentido tentados por este mercado ni por las provechosas perspectivas de los creadores indígenas, pues buen número de ellos ya cuenta con un crédito consolidado. La Generalitat, que tanto asegura apostar por la innovación, no debería desentenderse de esta opción que cuenta con una excelente materia prima: el talento, como se ha constatado en El Carmen, no obstante las lagunas organizativas y los desasistimientos anotados. Apostar por la moda es labrar el futuro y estamos a tiempo.

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