Una juventud dividida

A lo lejos, las vespas acribilladas por banderines a mayor gloria de los candidatos petardean por las calles de la ciudad vieja, no lejos del monumento en memoria de Chiang Kai-chek. Al lado, hay tres jóvenes muchachas que, en un café, se cuentan historias de juventud: los estudios, el amor, el primer trabajo, los padres y la política. El local está situado en un recodo de una calle florida, por otra parte muy al estilo de Tokio. Un decorado urbano heredado de cincuenta años de colonización japonesa.Las tres compañeras comienzan a charlar sobre la elección presidencial. La discusión es animada...

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A lo lejos, las vespas acribilladas por banderines a mayor gloria de los candidatos petardean por las calles de la ciudad vieja, no lejos del monumento en memoria de Chiang Kai-chek. Al lado, hay tres jóvenes muchachas que, en un café, se cuentan historias de juventud: los estudios, el amor, el primer trabajo, los padres y la política. El local está situado en un recodo de una calle florida, por otra parte muy al estilo de Tokio. Un decorado urbano heredado de cincuenta años de colonización japonesa.Las tres compañeras comienzan a charlar sobre la elección presidencial. La discusión es animada, incluso jovial, pero no están de acuerdo. El trío se parte en dos. De una parte están Carolina Chen (de 26 años), empleada en una casa editorial de poemas, y Vivian Huan (de 25 años), estudiante de arte dramático. Ambas son de origen continental. Sus respectivos padres son exsoldados del Ejército de Chiang Kai-chek exiliados en la isla tras la derrota de 1949. Sus madres son taiwanesas de procedencia insular. Por vía paterna, han adquirido la evocación nostálgica de la China nacionalista. Todavía hoy Vivian no puede contemplar en la televisión las series japonesas sin suscitar la ira de su padre, que combatió a los enanos invasores. Condicionadas por este ambiente, Carolina y Vivian votarán por el candidato James Sung, el más hostil a toda deriva nacionalista. "El candidato independentista Chen Shu-bian es peligroso. Taiwan forma parte de China", señala Carolina. "No tiene que haber un divorcio entre los dos". Sin embargo añade que Taiwan debe preservar su sistema democrático.

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Enfrente está Nancy Liaw (de 25 años), estudiante de literatura. Protesta: "¡No, Taiwan no forma parte de China!". Sus orígenes son, evidentemente, diferentes. Su padre y su madre son de origen taiwanés. Su abuelo fue asesinado durante el baño de sangre que siguió al levantamiento local de febrero de 1947, una tragedia que nutre al movimiento independentista. Nancy votará a Chen Shu-bian. "Soy favorable a la independencia". ¿A qué precio? "No lo he pensado nunca". Otros son los problemas que preocupan a las tres amigas: pobreza, criminalidad, mafias... Independencia o reunificación: la vida taiwanesa no se reduce a esta alternativa reduccionista.

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