Los 3.200 votos de la discordia

Los parámetros de la batalla electoral alavesa han dado en los últimos días un giro de 180 grados. Si la campaña estaba diseñada como un pulso entre populares y socialistas, el asesinato por ETA del dirigente y portavoz parlamentario del PSE Fernando Buesa y su escolta ha alterado por completo el esquema. Al menos temporalmente, van a compartir un espacio común en contra del PNV, a pesar de que socialistas y populares se disputan el segundo diputado que en 1996 ganó el PP por menos de 3.200 votos. El PSE se presenta con su alianza con Izquierda Unida (la única de las tres provincias de la comu...

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Los parámetros de la batalla electoral alavesa han dado en los últimos días un giro de 180 grados. Si la campaña estaba diseñada como un pulso entre populares y socialistas, el asesinato por ETA del dirigente y portavoz parlamentario del PSE Fernando Buesa y su escolta ha alterado por completo el esquema. Al menos temporalmente, van a compartir un espacio común en contra del PNV, a pesar de que socialistas y populares se disputan el segundo diputado que en 1996 ganó el PP por menos de 3.200 votos. El PSE se presenta con su alianza con Izquierda Unida (la única de las tres provincias de la comunidad autónoma en que la ha cerrado), mientras el PP aporta la inercia de los buenos resultados en las municipales. El PNV, que podría absorber parte de los votos que deja libres el abstencionismo de Herri Batasuna, aspira a mantener su único escaño.La campaña electoral nació en Álava marcada por el asesinato, hoy hace una semana, de Fernando Buesa y del ertzaina Jorge Díez Elorza, y por la imagen de división que desde entonces han dado los partidos políticos. Ha sido precisamente en Álava donde se han escuchado los primeros gritos de dimisión en contra del lehendakari, Juan José Ibarrtexe, y también en Álava donde la manifestación del pasado sábado en contra de ETA fue convertida por el PNV en un acto público de desagravio a Ibarretxe. Dos hechos que han marcado aún más las diferencias de las dos formaciones nacionalistas que sostienen al Gobierno de Vitoria con los socialistas y populares. Una reafirmación de los bloques nacionalista y constitucionalista que, al menos durante la primera semana de campaña, va a suavizar el enfrentamiento entre PP y PSE, los adversarios naturales de estos comicios, y está agudizando las críticas de ambos contra el partido de Xabier Arzalluz.

Duelo

Sin embargo el principal duelo va a ser el del socialista Ramón Jaúregui, secretario de Política Autonómica de la Ejecutiva Federal del PSOE, contra el alcalde de Vitoria, el popular Alfonso Alonso. Ambos partidos se presentan con el valor añadido de sus alianzas. El PSE ha cerrado el pacto con IU para el Senado que ha incluido en las listas a la miembro de la federación Kontxi Bilbao. Los populares salen beneficiados de la no presentación a los comicios de Unidad Alavesa, sus socios de gobierno en el Ayuntamiento de Vitoria y en la Diputación.

En el lado nacionalista, la campaña por la abstención de HB puede hacer que algunos votos vayan a parar al saco del PNV y le permitan mantener con holgura su escaño, pero sin aspirar al segundo. Y queda pendiente el reflejo que pueda tener para las aspiraciones del PNV en la menos nacionalista de las tres provincias vascas la situación abierta tras el atentado.

El pacto del PSE e IU no va a provocar una suma aritmética de sus votos, pero aunque sólo se produzca el trasvase del 25% de los apoyos a la federación -poco más de 19.500 hace cuatro años- los socialistas estarían en buena situación para recuperar el segundo escaño de los cuatro que están en juego en la provincia.

Si en 1996 el PP ganó en Álava con el ahora ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, al frente, ahora tienen que demostrar que sin su tirón también pueden ganar con un candidato joven como Alonso, que tiene en su haber la victoria en las pasadas municipales y ser uno de los valores en alza en su partido. Su éxito local y el respaldo económico a sus demandas en infraestructuras, que parece garantizado por la organización nacional del PP y el Gobierno central, se presentan como los principales avales del candidato popular. En su contra tiene las críticas recibidas porque va a compartir la alcaldía de una gran ciudad con el Congreso.

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Enfrente va a tener a un político muy experimentado como Jáuregui. Con un largo currículo de cargos políticos y públicos, el candidato socialista quiere encabezar en Álava la recuperación del PSOE a nivel nacional. Ambos van a poner de manifiesto los déficits de la provincia en infraestructuras de carreteras y aeroportuarias, precisamente frente al que fuera anterior responsable de ese área en la Diputación, Juan José Otxoa de Eribe, cabeza de lista del PNV a pesar del presidente de su partido. Arzalluz apostó en su momento, sin éxito, por la llodiana María del Yermo Urkijo, que ha quedado en el segundo puesto.

Todos ellos saben que en las elecciones generales siempre ha coincidido que el partido que gana en Álava es el que accede a La Moncloa. Es una de esas provincias con un electorado de los que no gustan a los partidos. No es fiel a unas siglas y cada campaña hay que pelear cada voto.

El PP ha pasado en el lapso de tres legislaturas de tener una reducida representación a gobernar las dos principales instituciones alavesas, mientras que el PNV iba perdiendo paralelamente posiciones.

En las generales, el PP ha pasado de 19.427 votos en 1989 a los 45.731 de hace cuatro años. Mientras, el PNV está en los 33.761 votos, sólo mil más de los que consiguió en las generales de 1982, tras atravesar un bache en las consultas intermedias. Un estancamiento que coincide con el ascenso progresivo y continuado del PSE, que está recuperando posiciones, desde los 35.723 votos de 1989 hasta los 42.561 de los últimos comicios. En estas elecciones además hay que tener en cuenta la progresión de IU en las llamadas a las urnas de ámbito nacional. Si en 1986 sólo obtuvo 1.162 votos, en las generales de 1996 llegó a los 19.535.

La batalla para el Senado es casi exclusivamente cosa de dos. En 1996, el Partido Popular obtuvo tres puestos en la Cámara alta y los socialistas el restante. En esta ocasión el pacto de izquierdas podría darle una vuelta simétrica a la situación.

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