Cartas al director

'Mano negra'

Hemos asistido estos dos últimos días a los funerales de Fernando Buesa Blanco y de Jorge Díaz Elorza asesinados brutalmente el pasado martes frente a los recintos universitarios de Vitoria, lugar en el que precisamente un gran número de jóvenes prepara su futuro y en definitiva el futuro de nuestro pueblo. Un futuro que, según su manifestación del jueves, lo quieren en paz y libertad.También ese día vivimos en San Vicente de Arana el funeral y la despedida de Jorge Díaz Elorza. Esta despedida, que por expreso deseo de la familia, se hizo sin medios de comunicación, con carácter de intimidad, ...

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Hemos asistido estos dos últimos días a los funerales de Fernando Buesa Blanco y de Jorge Díaz Elorza asesinados brutalmente el pasado martes frente a los recintos universitarios de Vitoria, lugar en el que precisamente un gran número de jóvenes prepara su futuro y en definitiva el futuro de nuestro pueblo. Un futuro que, según su manifestación del jueves, lo quieren en paz y libertad.También ese día vivimos en San Vicente de Arana el funeral y la despedida de Jorge Díaz Elorza. Esta despedida, que por expreso deseo de la familia, se hizo sin medios de comunicación, con carácter de intimidad, creo que nos debe hacer reflexionar a todos los que vivimos con verdadero dolor estas dos muertes. El silencio que invadía el valle, sólo roto por el tañido de la campana que anunciaba la muerte, era la más sincera expresión de un pueblo que implora que cese ya la barbarie y que le dejen construir su futuro en paz y libertad. El pueblo hablaba, pero se oía el silencio.

Qué distinto al funeral de Fernando Buesa. Allí se utilizó sin escrúpulos la muerte de Fernando. No dejaron hablar a la inmensa mayoría de los que acudimos a la manifestación y al funeral, porque cuando el pueblo se reúne para rechazar estas atrocidades suele hacerlo en silencio. Una mano negra, la misma que ha contribuido a reventar el proceso de paz, que está propiciando la crispación social, intentó manipular a ese pueblo que se concentraba para expresar su deseo de paz. ¿Dónde está la responsabilidad de esa mano, dónde se ubica su sentimiento de dolor? ¿Cree que utilizando vilmente el sufrimiento se puede construir un pueblo en paz?

Cuando el pueblo se reúne para expresar sus sentimientos de dolor se escucha el silencio. Que el silencio escalofriante que se oyó en el Valle de Arana sirva para que no tengan que tañir las campanas para anunciar más muertes inútiles. Que esas campañas del valle y la de todas las iglesias de Euskal Herria repliquen a fiesta para celebrar la solemnidad de un pueblo que sólo con la palabra y respetando las ideas quiere decidir su futuro en paz y liberad.- . .

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