Tablas y plásticos

Hablar de teatro en El Ejido es casi como hablar de tomate. La bonanza económica y el milagro de la agricultura intensiva en la producción de hortalizas ha provocado el arraigo, la expansión y la cantera propia de otro producto con sello ejidense: el teatro. Aunque fue primero el arte dramático, los invernaderos lo nutren económicamente y han permitido su impulso. El presupuesto municipal destinó 55 millones de pesetas en 1999, más del doble de lo que se destina en la capital almeriense, a las tablas.Ajenos a vaivenes políticos o modas, los defensores y practicantes del mundo de la farándula h...

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Hablar de teatro en El Ejido es casi como hablar de tomate. La bonanza económica y el milagro de la agricultura intensiva en la producción de hortalizas ha provocado el arraigo, la expansión y la cantera propia de otro producto con sello ejidense: el teatro. Aunque fue primero el arte dramático, los invernaderos lo nutren económicamente y han permitido su impulso. El presupuesto municipal destinó 55 millones de pesetas en 1999, más del doble de lo que se destina en la capital almeriense, a las tablas.Ajenos a vaivenes políticos o modas, los defensores y practicantes del mundo de la farándula han encumbrado el Festival Nacional de Teatro del municipio, que celebrará en el mes de mayo su 22ª edición. Por El Ejido han pasado todos o casi todos los que ya no tienen nada que demostrar: Dagoll Dagom, Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cuadra, La Jácara, Los Ullen, Bolshoi, Axioma o El Globo. Pero el secreto del éxito, de la aceptación del público, que el año pasado superó los 36.000 espectadores en las 90 funciones realizadas y 60 espectáculos presentados, radica en el apoyo al teatro aficionado, en las producciones propias y en los talleres permanentes.

El último taller puntual, que se ha celebrado estos días en el Teatro Municipal ajeno a todo el conflicto social que vive el pueblo estas semanas, está dedicado a la manipulación y puesta en escena de marionetas. Lo ha dirigido el actor Jesualdo Díaz, integrante de la compañía sevillana Teatro de las Maravillas, que visitó el municipio cuatro meses atrás para impartir un primer curso de iniciación a la construcción de marionetas. "En este pueblo hay un interés especial por el teatro y los cursos enseguida se colapsan. Aparte, la referencia de El Ejido para los actores es la de anfitrión de uno de los mejores festivales que existen en Andalucía", apunta Jesualdo.

La simiente de lo que hoy no resulta exagerado en denominar fiebre teatral tuvo su tierra de abono en el instituto de bachiller de Santo Domingo, allá por los años sesenta y con su director, José Manuel Llerena Pachón, a la cabeza. "Por aquellos años se organizaron los primeros certámenes andaluces de teatro que con el paso de los años se ha transformado en el consolidado festival nacional", explica el concejal de Cultura, Gerardo Palmero.

Sin embargo, la implantación de la actividad "desde abajo" es lo que garantiza el éxito de las candilejas. En El Ejido funcionan cinco escuelas municipales de teatro diseminadas en las barriadas del municipio; existe también el apoyo institucional al teatro aficionado que culmina todos los años con una muestra (y para la que un grupo no profesional puede tener ayudas municipales de hasta 180.000 pesetas); se celebran ciclos de teatro escolar a través de convenios bilaterales que propician actuaciones de grupos nacionales; y se realizan talleres como el que ayer finalizó sobre la puesta en escena de marionetas. Una quincena de alumnos -en su mayoría chicas- se han dado cita en el Teatro Municipal durante una semana para intercambiar lectura de obras como El panadero y el diablo, de Javier Villafañe, Historias para títeres y Obras para títeres de Federico García Lorca, estas dos últimas editadas por Titirilibros. "Nosotras trabajamos en la red municipal de escuelas infantiles de El Ejido y después de asistir al taller de confección de marionetas nos parecía importante hacer un cursillo de prácticas", explica una de las alumnas.

La actividad, sin barreras de edad u ocupacional integra trabajadores, estudiantes o amas de casa como Mandi, una incondicional de los talleres: "Me despeja mucho y me aísla de los problemas que hay en casa", confiesa.

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