SUCESOS PIDEN A LA ADMINISTRACIÓN QUE RECONOZCA EL RIESGO QUE ASUMEN

Policías y bomberos de toda España despiden a las víctimas de la matanza de El Cabanyal

Decenas de policías y bomberos de rostros compungidos formaron ayer a mediodía un pasillo junto a la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana para despedir a sus compañeros, asesinados el domingo en el barrio marítimo de El Cabanyal de Valencia por un hombre con las facultades mentales perturbadas. Entre ellos había profesionales llegados de comisarías y parques de bomberos de toda España. Tenían el mismo gesto de desolación que los integrantes del cortejo fúnebre que atravesaron el pasillo en su camino hacia la iglesia del Temple.

Varios centenares de personas se congregaron ...

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Decenas de policías y bomberos de rostros compungidos formaron ayer a mediodía un pasillo junto a la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana para despedir a sus compañeros, asesinados el domingo en el barrio marítimo de El Cabanyal de Valencia por un hombre con las facultades mentales perturbadas. Entre ellos había profesionales llegados de comisarías y parques de bomberos de toda España. Tenían el mismo gesto de desolación que los integrantes del cortejo fúnebre que atravesaron el pasillo en su camino hacia la iglesia del Temple.

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Varios centenares de personas se congregaron ayer a mediodía junto a la plaza del Temple de Valencia, la sede de la Delegación del Gobierno, para rendir el último adiós al inspector jefe de policía Ignacio Moreno, al agente de policía Francisco Pascual Martínez y al bombero Vicente Sivera.La comitiva fúnebre, formada por allegados de las víctimas, autoridades y mandos policiales, salió a las 12.30 del Palau del Temple, donde se instaló la capilla ardiente la noche anterior. Acudieron al funeral, entre otros, el director general de la Policía, Juan Cotino; el delegado del Gobierno, Carlos González Cepeda; el consejero de Justicia y Administraciones Públicas, Serafín Castellano, y la alcaldesa Rita Barberá.

Policías y bomberos uniformados llevaron a hombros los féretros a tráves del pasillo formado por sus compañeros hasta la iglesia del Temple, donde se celebró el funeral. Acudieron bomberos de Barcelona, Valladolid, Madrid, Vizcaya y Andalucía, así como los jefes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de toda España.

Pólizas para viudas

"Hemos venido para solidarizarnos con los compañeros de Valencia", declaró Pere Nadal, bombero de Barcelona, "pedimos a la Administración que reconozca el riesgo que asume nuestro colectivo y tome medidas, como pólizas para las viudas de las víctimas".

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En el funeral, el obispo auxiliar de Valencia, Jesús Murgui, tuvo palabras de elogio para los policías y bomberos, "que están dispuestos a dar su vida para proteger la paz, la convivencia y la libertad". Posteriormente,los restos mortales de los policías y el bombero fueron incinerados en el cementerio de Valencia. Por su parte, cerca de 300 personas asistieron ayer al entierro de la cuarta víctima, la vecina del asesino, Vicenta Darder, de 80 años, en el cementerio de El Cabanyal. Al sepelio de esta mujer, que trabajó como modista y gozaba de buena salud, asistieron su hijo Armando y diversos familiares.

Un bombero que estaba junto a Sivera cuando lo mataron contó que "retumbaba todo, estaba a oscuras y no se sabía si eran tiros o explosiones".

Una de las personas más afligidas era Miguel, el agente de la UIP que se encontraba justo detrás de Moreno, apostado en una esquina de la casa, cuando éste fue asesinado. Miguel relató ayer que su jefe asomó la cabeza un instante para localizar al francotirador y un disparo "le reventó la cara". El cuerpo malherido del inspector jefe cayó encima de Miguel.

"Pensé que yo también iba a morir, porque la posta me alcanzó en la cabeza, pero tenía que actuar rápido para que el francotirador no se envalentonara, bajara por la escalera e hiciera una carnicería", contó. Caído de espaldas, con el cuerpo de su jefe moribundo encima, Miguel aún pudo disparar tres veces su escopeta Franchi reglamentaria hacia la buhardilla. Desconoce si alguno de sus disparos fue el que alcanzó al francotirador. Cuando los médicos examinaron la herida de la cabeza de Miguel le dijeron que se había salvado "por un milímetro".

El jefe superior de Policía, Segundo Martínez, tambien estaba abatido. Un poco antes de que muriera Moreno, Martínez pidió un chaleco antibalas y se arriesgó a inspeccionar la casa por dentro. "No le tocó a él de milagro", decía ayer un agente.

Algunos mandos policiales creen que hay que extraer conclusiones de esta actuación y actuar con más cautela en una próxima ocasión: aguardar a los especialistas de asalto (los GOES), lanzar botes de humo y esperar. "Sin darnos cuenta", se lamentan, "bailamos al ritmo que marcó el asesino".

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