Jolgorio en las tribunas y preocupación en el escenario

El acto de presentación de los candidatos del PP, con su habitual escenografía a la americana en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid y con espectáculo de luz y sonido incluido, presentó un contraste entre el jolgorio de los seguidores del partido, desparramados por las tribunas, y la gravedad de los mensajes procedentes del escenario por donde desfilaron los primeros espadas del PP y que denotaban la preocupación por la situación de incertidumbre electoral.Mientras llegaba Aznar, que lo hizo con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, el coordinador de campaña del PP, Marian...

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El acto de presentación de los candidatos del PP, con su habitual escenografía a la americana en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid y con espectáculo de luz y sonido incluido, presentó un contraste entre el jolgorio de los seguidores del partido, desparramados por las tribunas, y la gravedad de los mensajes procedentes del escenario por donde desfilaron los primeros espadas del PP y que denotaban la preocupación por la situación de incertidumbre electoral.Mientras llegaba Aznar, que lo hizo con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, el coordinador de campaña del PP, Mariano Rajoy, departía con gesto serio con Rodrigo Rato, ministro de Economía. Momentos antes lo había hecho con un Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, también con semblante serio.

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El toque desenvuelto lo ofrecieron los dos ministros más atacados por la oposición esta legislatura: Josep Piqué, titular de Industria y portavoz, y el de Fomento, Rafael Arias Salgado. Ambos vestían de cazadora frente al traje riguroso del resto de los ministros. Hasta ocho se acercaron al Palacio de Congresos de Madrid.

Pero el jolgorio lo pusieron los de las tribunas. Tenían tantas ganas de aplaudir que cuando la alcaldesa de Zaragoza, Luis Fernanda Rudi, bajó desde la parte superior del auditorio al patio de butacas le homenajearon con tal sonora ovación que, escéptica, levantaba la mano tímidamente, con continuas miradas hacia atrás, con la convicción de que aquello no podía ir por ella.

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