Tribuna:

Compromisos

JOSÉ MANUEL ALONSO

Se ha llegado a decir que los periodistas viven de la muerte diaria. Que son aves de rapiña insensibles a las desgracias. Que se alimentan de lo negativo de la realidad. Que meten sus narices donde no deben y todo eso. Y lo cierto es que se trata precisamente de lo contrario. Otra cosa muy distinta es que, en razón de su actividad vicaria y de su obligación deban permanecer rastreando la realidad y cerca de los acontecimientos para transmitirlos. Cierto que los periodistas permanecen al lado de los que sufren la historia y también de los que supuestamente la construye...

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JOSÉ MANUEL ALONSO

Se ha llegado a decir que los periodistas viven de la muerte diaria. Que son aves de rapiña insensibles a las desgracias. Que se alimentan de lo negativo de la realidad. Que meten sus narices donde no deben y todo eso. Y lo cierto es que se trata precisamente de lo contrario. Otra cosa muy distinta es que, en razón de su actividad vicaria y de su obligación deban permanecer rastreando la realidad y cerca de los acontecimientos para transmitirlos. Cierto que los periodistas permanecen al lado de los que sufren la historia y también de los que supuestamente la construyen, aunque éstos hagan muchas veces la puñeta y los periodistas lo sepan obligatoriamente. Se diga lo que se diga, los periodistas son los profesionales que peor se tratan, porque su tarea está precisamente en ocuparse de los demás antes que de sí mismos. La ética periodística consiste en decidir cuál es el punto a partir del cual tiene el periodista el deber de informar a la sociedad sobre las faltas de algunos de sus miembros. Y esto obliga a una tensión constante. Por eso, a fuerza de estar en todas partes y vivirlo diariamente, hay periodistas que nos dejan demasiado pronto.

Esta semana pasada se nos ha ido un periodista con 45 años que ha pasado más de la mitad de su vida entregado a los demás. Carlos Gómez Villagrá estuvo comprometido con el mundo laboral y sindical desde que lo heredó de su padre. Como periodista, fue profesional meticuloso y puntilloso. Un compañero suyo me dice que "era radical en el sentido de que siempre pretendió llegar a la raíz de las ideas y de los hechos". Por eso fue un periodista serio en lo que hacía, aunque conservara el fino humor para los momentos más agrios. Carlos estuvo detenido y encarcelado durante el franquismo por militante sindical y político. Y estuvo entregado desde 1980 a informar a través del anonimato, las prisas y la objetividad que impone una agencia de noticias. Ahora nos duele su marcha y le recordamos a través de una frase que le gustaba: "Respetando a todos cuantos trabajan en la banca, nadie ha muerto por ella, pero sí muchos por defender ideas de libertad, justicia y solidaridad".

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