Tribuna:

"Entre todos lo mataron..." AGUSTÍ FANCELLI

El fiscal Víctor Alegret honró ayer en Barcelona la condición pública del ministerio al que representaba en el caso Liceo. No tanto por la argumentación de los cargos, muy rebajados, que mantuvo contra el único acusado, José María Folch, ni por la exculpación de Konstanze Müller, cuya inocencia reconoció al evidenciarse que no tenía mando -aunque los seis años con una acusación pendiente más los tres últimos días sentada en el banquillo le han dispensado, para su desgracia, trato de directora general-, sino por las reflexiones que le llevaron a renunciar a la responsabilidad civil subsidiari...

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El fiscal Víctor Alegret honró ayer en Barcelona la condición pública del ministerio al que representaba en el caso Liceo. No tanto por la argumentación de los cargos, muy rebajados, que mantuvo contra el único acusado, José María Folch, ni por la exculpación de Konstanze Müller, cuya inocencia reconoció al evidenciarse que no tenía mando -aunque los seis años con una acusación pendiente más los tres últimos días sentada en el banquillo le han dispensado, para su desgracia, trato de directora general-, sino por las reflexiones que le llevaron a renunciar a la responsabilidad civil subsidiaria del consorcio del teatro. Ahí estuvo grande.Utilizó un lenguaje sencillo, tan sencillo como recurrir al dicho "entre todos lo mataron y el solito se murió": tal es el epitafio que el fiscal pondría en la lápida del viejo Liceo. "¡Lo raro es que no se quemara antes!", tronó. Analizó a continuación la incorrección política de este juicio: para la opinión pública llega tarde, cuando ya se ha inaugurado con éxito un nuevo teatro. Pero, añadió, la Administración de justicia, con todas sus lentitudes, es la única institución que todavía llega y que además es capaz de recordar "la dejadez, la incuria y el descuido" en que había permanecido un teatro aireado como emblema nacional-ciudadano. "Lo que no se quiso hacer hace 10 años se ha hecho ahora con un coste económico muy superior". Coste, abundó, que han pagado todos los ciudadanos: no sería moralmente aceptable que ellos mismos, por la vía del consorcio que financian con sus impuestos, se hicieran cargo también de la responsabilidad civil: "Nadie está obligado a pagarse a sí mismo".

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Pero lo más grande de todo era que este discurso se escuchaba en un salón de actos impresentable -con una sillonería indigna del desaparecido cine Moderno-, situado en un edificio en el que Dios quiera que nunca se declare un incendio: las mangueras de que dispone -marca Eficaz, ¡toma castaña!- son del tipo plano, cuando las que exige la normativa actual son las semirrígidas. La incuria y la dejadez son materia sólida en semejante antro.

Como dijo Alegret, hasta aquí ha podido llegar la justicia, dando a entender que era mucho lo que quedaba fuera de ella. Aludía por elipsis a las responsabilidades políticas, que están en otra parte. Por cierto: no me pareció ver por los juzgados a ninguno de los prohombres de la comisión ejecutiva del Liceo en 1994, ni tanto menos a quienes les nombraron, dando soporte a los encausados. Efectivamente, están en otra parte: haciendo campaña, probablemente.

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