Tribuna:

Listas (os)

JAIME ESQUEMBRE

Miguel Ángel Pérez y Yolanda Cerdá son dos jóvenes que han iniciado una cruzada cargada de justicia y de ignoto desenlace. Forman parte de los miles de aspirantes a ocupar un puesto de trabajo en el servicio público de Correos y Telégrafos. Las oposiciones se convocaron en febrero del año pasado, se examinaron en octubre y, el 28 de diciembre, ambos recibieron la noticia de que habían aprobado las oposiciones. Sus nombres estaban en una lista ¿oficial? colgada en el tablón de anuncios de la Jefatura Provincial de Alicante. Ese día lo festejaron a lo grande: tenían trabaj...

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JAIME ESQUEMBRE

Miguel Ángel Pérez y Yolanda Cerdá son dos jóvenes que han iniciado una cruzada cargada de justicia y de ignoto desenlace. Forman parte de los miles de aspirantes a ocupar un puesto de trabajo en el servicio público de Correos y Telégrafos. Las oposiciones se convocaron en febrero del año pasado, se examinaron en octubre y, el 28 de diciembre, ambos recibieron la noticia de que habían aprobado las oposiciones. Sus nombres estaban en una lista ¿oficial? colgada en el tablón de anuncios de la Jefatura Provincial de Alicante. Ese día lo festejaron a lo grande: tenían trabajo, y además de funcionarios.

Con la resaca llegó el chaparrón. La lista fue retirada al día siguiente, y sustituida en enero por otra en la que, aunque con nota aceptable, no alcanzaban un puesto. "Un error informático" les dijeron. "Una inocentada a conciencia, por la fecha", mantienen ellos.

Resulta que las bases de las oposiciones establecían plaza segura a partir de 15 puntos, que se ganaban respondiendo correctamente a 81 de las 100 preguntas del examen. Pero en la primera lista, la mayoría de los contratados actuales de Correos no superaron la prueba, y alguien decidió que para conseguir los 15 puntos bastaba con responder bien 57 cuestiones.

Dicho y hecho. Los que se creían con trabajo después de ocho meses de estudio seguirán en el paro, y los que no podían mantenerse en el puesto por burros se han garantizado el puesto de por vida, o al menos hasta que el PP privatice Correos, y no tardará mucho.

Los afectados, en clave negativa, deambulan ahora por España con las dos listas bajo el brazo, que acompañan a los recursos convenientemente tramitados. Porque lo del error informático, antes incluso del temido efecto 2000, no se lo cree ni el inventor de la causa.

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Ellos exigen ahora una tercera lista, más amplia, que incluya a aprobados y suspendidos en igualdad de condiciones. Es un mal menor, y trabajo hay de sobra porque España va bien. Menos listos y más listas.

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