Aznar no fue a los funerales por la riada ni al V Centenario
El presidente del Gobierno, José María Aznar, pese a su compromiso público de volver a Melilla en cuanto ganase las elecciones generales, que refrendó el 21 de febrero de 1996 en plena campaña electoral, ha evitado acudir a Melilla en distintas ocasiones, algunas de ellas muy señaladas. En 1997 no acudió a los actos del V Centenario de la ciudad. Aznar postergó luego su encuentro con Melilla y Ceuta como presidente del Gobierno para 1998 y tampoco cumplió su promesa. Además, en los últimos tiempos ha dilapidado su credibilidad en ambas ciudades con actuaciones más que polémicas e investiga...
El presidente del Gobierno, José María Aznar, pese a su compromiso público de volver a Melilla en cuanto ganase las elecciones generales, que refrendó el 21 de febrero de 1996 en plena campaña electoral, ha evitado acudir a Melilla en distintas ocasiones, algunas de ellas muy señaladas. En 1997 no acudió a los actos del V Centenario de la ciudad. Aznar postergó luego su encuentro con Melilla y Ceuta como presidente del Gobierno para 1998 y tampoco cumplió su promesa. Además, en los últimos tiempos ha dilapidado su credibilidad en ambas ciudades con actuaciones más que polémicas e investigadas por los juzgados. Y en junio de 1998, tras varios episodios escandalosos, el secretario regional del PP de Melilla, Jesús Javier Pérez Sánchez, descartó la visita del jefe del Ejecutivo mientras esa ciudad estuviese "gobernada por una pandilla de golfos". Aludía así al Ejecutivo local formado por un tránsfuga, Enrique Palacios, y sus socios de Coalición por Melilla y Unión del Pueblo Melillense, para desbancar al PP. Entonces, Palacios, al igual que hizo ayer al comentar la próxima visita de Aznar, lamentó que el líder del PP tenga que pedir permiso al rey de Marruecos para viajar a las ciudades españolas del norte de África.
El Gobierno también fue muy criticado en Melilla en noviembre de 1997, cuando reventó un depósito de agua mal construido y la riada que provocó causó 11 muertos. El Ejecutivo tardó en actuar y, sobre todo, en enviar un representante oficial. A los funerales, acompañando a la infanta Cristina, fue finalmente el vicepresidente Francisco Álvarez Cascos.