Tribuna:

Reforma

El gobierno del Partido Popular del Ayuntamiento de Valencia anuncia ahora una reforma del Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad orientada nada menos que a "mejorar la estética urbana". El planeamiento urbanístico vigente fue aprobado, no sin polémica -recuerden que provocó la dimisión del entonces alcalde socialista, Ricard Pérez Casado- hace ahora 11 años. Los socialistas apenas tuvieron tiempo para ejecutarlo, puesto que en 1991 fueron desalojados del poder municipal por la derecha, que ha sido la encargada de aplicar el Plan General y que ahora pretende reformarlo. Durante estos a...

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El gobierno del Partido Popular del Ayuntamiento de Valencia anuncia ahora una reforma del Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad orientada nada menos que a "mejorar la estética urbana". El planeamiento urbanístico vigente fue aprobado, no sin polémica -recuerden que provocó la dimisión del entonces alcalde socialista, Ricard Pérez Casado- hace ahora 11 años. Los socialistas apenas tuvieron tiempo para ejecutarlo, puesto que en 1991 fueron desalojados del poder municipal por la derecha, que ha sido la encargada de aplicar el Plan General y que ahora pretende reformarlo. Durante estos años, la derecha ha leído a su manera el planeamiento, que ha sido utilizado de forma sesgada, lo que ha supuesto todo tipo de desmanes urbanísticos en la ciudad. Porque lo que ha pasado en esta década es que el urbanismo -disciplina que aborda el desarrollo de las urbes para adaptarlas a las necesidades colectivas- lo han dictado unos señores cuyo único objetivo es vender pisos. Los famosos estudios de detalle, que en el plan de 1988 constituían una excepción, se han convertido casi en la norma, de manera que la uniformidad que establecía el documento ha dado paso a un caos de diseños, alturas y ocupación del suelo, casi siempre con ventaja para el sector privado en detrimento de los intereses públicos. Como muestra, un botón: con el proyecto de la torre de comunicaciones de Calatrava como coartada estética, el Ayuntamiento decidió permitir en la avenida de Francia edificios de más altura de la prevista en el Plan General. Después el Consell modificó los planes de la Ciudad de las Ciencias y el pirulí desapareció, pero los enormes bloques de viviendas ya estaban en marcha. Y ahí se han quedado. El refranero dice que más vale tarde que nunca, pero el dicho no es aplicable al caso -porque el mal ya está hecho-, a no ser que se decida echar mano de la dinamita para tirar abajo los monstruos surgidos al amparo de una década de permisividad. Ahora se dice que la ciudad ya tiene definidos su estructura y tamaño, su aspecto definitivo y su modelo y que ha llegado el momento de mejorar la estética urbana. A buenas horas, mangas verdes.

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