Pastor de almas

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En algo coinciden todos los que le conocen: Efraín Ríos Montt es un hombre indescifrable. Su sombrero blanco, a juego con el bigote, le da un aire de abuelo afable. Además de militar y político, ejerce de pastor de almas.Desde que en los años setenta abrazó la Iglesia del Verbo, uno de los más de treinta grupos evangélicos arraigados en Guatemala, el general no ha dejado de predicar. Incluso siendo presidente, en 1982, daba sermones semanales bajo una carpa verde instalada en el paseo de la Reforma.

Sus mítines políticos de campaña han estado salpicados de joviales reproches a "los comportamientos pecaminosos". Los alcaldes y diputados que le respaldan, surgidos de estos comicios, escucharon, algo sorprendidos, sus recomendaciones en un reciente encuentro: "Báñense todos los días, pues dentro de poco serán dignatarios de la nación".

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Y siguió: "Tienen que tener cuidado al contratar a sus secretarias, para que no sean tan bonitas que los hagan caer en la tentación". Y aún remató: "El que tenga dos mujeres, que deje una. Además hay que evitar convertirse en aquellos sucios que prefieren que les hagan cosas por detrás y no por donde debe ser, pues eso es amoral".

Más de un columnista se preguntó, y no era la primera vez que lo hacía, si el general estaba en sus cabales.

"Toda la vida fue así", recuerda un oficial que era cadete de la Escuela Politécnica cuando Ríos Montt asumió la dirección de la institución, a finales de los años sesenta.

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"Sus tres principios eran no mentir, no robar y no engañar", añade. "Se preocupaba por nuestra formación intelectual e insistía en que fuéramos a la Universidad. Cada vez que salíamos de permiso nos decía: "Ustedes, cabrones, nada de comer y nada de dormir, que ya bastante comen y duermen aquí. En sus casas barran, trapeen, vayan a la compra, ayuden a sus familias". En un país machista como éste, mi madre le echaba bendiciones. Y nosotros lo apreciábamos, aunque a veces no le entendíamos".

"Mal que le pese a mucha gente, Ríos Montt es el político más influyente en Guatemala durante la segunda mitad de siglo", dice Juan Luis Font, director de El Periódico.

Manfredo Marroquín, director de una asociación que intenta fomentar la participación ciudadana, va más allá: "En el supuesto, para mí más que dudoso, de que el FRG haga una buena gestión, tendremos al viejo consolidado como héroe nacional".

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