Cartas al director

Moralmente dramático (2)

Sería un sano ejercicio público de tolerancia y consecuencia con una "democracia pluralista" que publicase íntegramente la presente carta como alegato de mi defensa ante lo que considero una sutil y bien trabajada "agresión" del, curiosamente, Defensor del Lector aparecida en su diario el pasado 28 de noviembre y que tergiversa las cosas.En mi carta enviada a esta loable sección dominical, efectivamente, expreso una queja en toda la regla por la inclusión en sus páginas de un tipo de publicidad cuya intención clara no es que los lectores se compren un avión de guerra, sino de ideologización mi...

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Sería un sano ejercicio público de tolerancia y consecuencia con una "democracia pluralista" que publicase íntegramente la presente carta como alegato de mi defensa ante lo que considero una sutil y bien trabajada "agresión" del, curiosamente, Defensor del Lector aparecida en su diario el pasado 28 de noviembre y que tergiversa las cosas.En mi carta enviada a esta loable sección dominical, efectivamente, expreso una queja en toda la regla por la inclusión en sus páginas de un tipo de publicidad cuya intención clara no es que los lectores se compren un avión de guerra, sino de ideologización militar y proatlantista.

En mi carta no entré en las disquisiciones acerca de un posible uso humanitario de dicho avión militar de transporte (el cual puede llevar perfectamente bombas, como las "bombas racimo", que siembran "minas anti-persona", utilizadas por la OTAN en Kosovo y en Serbia) y que el Defensor del Lector saca a la luz como base de su argumentación. También querría recordarle que el citado anuncio no mencionaba tal posibilidad "humanitaria" como prestaciones del avión militar. Más bien todo lo contrario, el anuncio justificaba la producción de este arma en base a las excelencias económicas del producto. A saber: su funcionalidad rendimiento-eficacia a bajo coste, servir de tecnología punta (ante lo que siempre hay que hincar la rodilla) y el manido argumento de la conservación o creación de puestos de trabajo, que en una época de vacas flacas hace que la opinión pública sea especialmente sensible y atienda a este argumento para justificar cualquier cosa, hasta la producción y venta de armas.

El Defensor del Lector me mete de entrada, mediante vericuetos discursivos y suposiciones, en el saco de los "pacifistas a ultranza", de las "sirenas pacifistas" frente a la postura de "defensor" o "propugnador" de la paz (no sabía que existiera tal diferencia, lo siento), y que es el papel que objetivamente parece haber asumido este diario, sobre todo a partir de la campaña del PSOE a favor de la permanencia de España en la OTAN.

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La argumentación defendida por el Defensor del Lector construida sobre la base de la "dureza de la vida" y la necesaria adaptación de su realidad en la que los más fuertes se comen a los más débiles, se dirige hacia la "nueva" misión que asume la guerra de los "justos": la supuesta defensa de los derechos humanos. Las llamadas "guerras humanitarias" se justifican así y los lectores sensibles no sabrán salir de esta flagrante contradicción. Contradicción en la que el amable Defensor del Lector incurre al criticar el silencio "pacifista" ante la agresión rusa a Chechenia y justificar veladamente la intervención "humanitaria" de la OTAN en Kosovo, sin mencionar el silencio de esa misma organización militar respecto del desastre humanitario checheno.- . Profesor de Filosofía del Derecho de la Universitat de .

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