Tribuna:

Amenaza sin sentido

La legislatura andaluza está prácticamente agotada para los partidos que suscribieron el pacto que hizo posible el Gobierno de coalición tras las elecciones del 3 de marzo de 1996. No está agotada política y legislativamente, en la medida en que están pendientes de aprobación algunas leyes muy importantes, en particular la Ley de Cajas y, en consecuencia, lo que se haga en lo que todavía queda de legislatura va a tener relevancia política y, posiblemente, electoral en la próxima consulta autonómica.Pero, para el PSOE y el PA en cuanto socios en el Gobierno, la legislatura está agotada. Plantea...

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La legislatura andaluza está prácticamente agotada para los partidos que suscribieron el pacto que hizo posible el Gobierno de coalición tras las elecciones del 3 de marzo de 1996. No está agotada política y legislativamente, en la medida en que están pendientes de aprobación algunas leyes muy importantes, en particular la Ley de Cajas y, en consecuencia, lo que se haga en lo que todavía queda de legislatura va a tener relevancia política y, posiblemente, electoral en la próxima consulta autonómica.Pero, para el PSOE y el PA en cuanto socios en el Gobierno, la legislatura está agotada. Plantearse a estas alturas del guión la posibilidad de romper el pacto que suscribieron al iniciar la legislatura carece de todo sentido.

Y carece de todo sentido porque no lo tiene en este momento el debate sobre la coincidencia o no coincidencia de las elecciones generales y autonómicas. He repetido en varias ocasiones que las elecciones autonómicas deberían haberse convocado por separado, es decir, en este otoño de 1999. Pero una vez que no se ha hecho, ya no hay margen de maniobra para celebrarlas sin que coincidan con las elecciones generales. Aunque jurídicamente fuera posible habilitar otra fecha, políticamente no es posible. Llamar a los andaluces para que voten el 28-F en las autonómicas, para volverlos a convocar para el 5 de marzo para las generales, es tan posible jurídicamente como imposible políticamente.

La fecha de las elecciones autonómicas está ya, pues, decidida. El PA podrá hacer llegar al electorado su disconformidad con la decisión e intentar extraer rendimiento electoral de la misma. Pero lo que no puede es utilizar la coincidencia para romper el pacto de gobierno.

Mejor dicho, puede, pero no debe. Por la cuenta que le trae. El mayor activo que tiene el PA de cara a las próximas elecciones autonómicas es el de ser el partido de la gobernabilidad, el partido que garantiza que en Andalucía no se volverá a producir lo que se produjo entre el 94 y el 96, cuando la pinza PP-IU dejó a la comunidad autónoma dos años consecutivos sin presupuestos. Ese papel puede continuar desempeñándolo si, como indican todas las encuestas, no es previsible que el PSOE alcance la mayoría absoluta. Y ésa es la baza que tiene que jugar, si quiere mejorar su posición.

Todo aquello que difumine su imagen en esa dirección le va a perjudicar. El PA tiene que tener mucha paciencia para consolidar ante el electorado la imagen de un partido fiable. En el pasado ha desconcertado al electorado con demasiada frecuencia al cambiar de posición de manera objetivamente incomprensible. Ha pagado un precio muy alto por ello. Sería lamentable que tropezara otra vez en la misma o en parecida piedra. Las amenazas de ruptura del pacto de gobierno suponen exactamente eso. Nadie puede entender que esto se diga en serio. Y lo que nadie entiende acaba dando siempre pésimos resultados en política.

JAVIER PÉREZ ROYO

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