Víctima aplazada de la crisis financiera internacional

El otoño de 1997 podría servir de referencia cronológica para el comienzo del fin de la carrera de Michel Camdessus al frente del FMI. Durante una visita a Barcelona, en el mes de noviembre, calificó los primeros embates de la crisis financiera como "una bendición disfrazada" para los países asiáticos afectados.El diagnóstico revelaba que el FMI no había alcanzado aún una visión madura sobre lo que estaba ocurriendo en el sistema financiero internacional y la amenaza que suponía para los países más ricos.

No fue hasta unos meses después, en la primavera de 1998, cuando Camdessus comenzó...

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El otoño de 1997 podría servir de referencia cronológica para el comienzo del fin de la carrera de Michel Camdessus al frente del FMI. Durante una visita a Barcelona, en el mes de noviembre, calificó los primeros embates de la crisis financiera como "una bendición disfrazada" para los países asiáticos afectados.El diagnóstico revelaba que el FMI no había alcanzado aún una visión madura sobre lo que estaba ocurriendo en el sistema financiero internacional y la amenaza que suponía para los países más ricos.

No fue hasta unos meses después, en la primavera de 1998, cuando Camdessus comenzó a lanzar desesperados llamamientos a los banqueros centrales de Estados Unidos y Europa para que estimularan el crecimiento. El diagnóstico optimista se había trocado en una visión catastrófica. Tras la superación oficial de la crisis, en la primavera de este año, ya nada volvió a ser igual en el sistema financiero mundial y en el FMI.

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La respuesta de Camdessus consistió en una campaña para reforzar el órgano directivo de la institución, el comité interino, una especie de consejo de administración en el que los ministros representantes intervienen con un carácter casi protocolario y poco apto para producir planes de emergencia.

Plan de relleno

Camdessus, con el apoyo teórico de los europeos, reducido en la práctica al de Francia y a la oposición alemana, formuló un ambicioso plan de relleno político del Comité que tropezó con el desalentador silencio de los estadounidenses, verdadero poder de la institución.

Por el camino, alemanes, a media voz, y el Congreso de los EE UU, a gritos, le acusaron de dilapidar los recursos de la institución. Al mismo tiempo, los países pobres, cuya debilidad se volvió a poner de manifiesto con el estallido de la crisis financiera, comenzaron a criticar a un Camdessus del que hasta entonces tenían una buena opinión por su papel en la negociación de la deuda del Club de París, a finales de los años setenta.

El rimbobante plan acabó en un simple cambio de nombre. El pasado mes de septiembre, el Comité Interino pasó a llamarse Comité Financiero Internacional. En la rueda de prensa del G-7, grupo de países más ricos del mundo, celebrada en septiembre pasado en Washington, un peridoista preguntó al recién estrenado Secretario del Tesoro de EE UU, Lawrence Summers qué significaba ese cambio. Summers no pudo contener la risa durante más de un minuto.

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