Dover exhibe en Vitoria y Bilbao el crudo rock de su tercer elepé

Devil came to me (El diablo vino a mí). Estas palabras están grabadas en la historia de la música española más reciente. Corresponden al título del segundo elepé de Dover, conjunto que en 1997 repitió a escala nacional el pelotazo protagonizado seis años antes por Nirvana, el ariete que necesitaba la música independiente para romper el monopolio de ventas de las compañías multinacionales. Dover hizo lo propio en España (ese álbum ha vendido medio millón de ejemplares) y ahora desata el fervor de los jóvenes en conciertos como el que ofrecerá mañana (21.00) en la sala Elefante Blanco de Vitoria...

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Devil came to me (El diablo vino a mí). Estas palabras están grabadas en la historia de la música española más reciente. Corresponden al título del segundo elepé de Dover, conjunto que en 1997 repitió a escala nacional el pelotazo protagonizado seis años antes por Nirvana, el ariete que necesitaba la música independiente para romper el monopolio de ventas de las compañías multinacionales. Dover hizo lo propio en España (ese álbum ha vendido medio millón de ejemplares) y ahora desata el fervor de los jóvenes en conciertos como el que ofrecerá mañana (21.00) en la sala Elefante Blanco de Vitoria y el próximo 19 de noviembre en el pabellón La Casilla de Bilbao para presentar ante el público vasco su nuevo disco.Como quien viene de un lejano planeta con afán conquistador, así se presenta el cuarteto madrileño, flamante ganador del premio Ondas al mejor artista en directo, en una nueva entrega cuya portada reproduce la recreación informática de dos platillos volantes dispuestos a aterrizar en una solitaria carretera. En su caso llegan del planeta Rock y su intención no es otra que invadir el mercado discográfico español. Para lograrlo, su principal arma es Late at night, un álbum grabado en Seattle y masterizado en Hollywood, con la ayuda de técnicos norteamericanos (como Barrett Jones, conocido por sus trabajos para Foo Fighters y The Presidents Of The USA), en el cual la banda mantiene su apego por las melodías, aunque, lejos de parecer domesticada por el éxito, gana en crudeza y, huyendo del vacuo exhibicionismo, insiste en la llaneza.

Late at night es ya el tercer disco de larga duración que ponen en circulación y el primero de ellos que aparece con el sello Loli Jackson, filial de la multinacional Emi regentada por los propios componentes de Dover.

Coque Malla

Por otra parte, el cantante, compositor, actor y poeta en la sombra Coque Malla también se encuentra actualmente embarcado en una gira de promoción de su primer elepé en solitario. Soy un astronauta más (Sony Music) es su título y sus canciones sonarán hoy (21.30) en la sala Bilborock de la capital vizcaína y mañana (23.00) en el Artsaia Musik Club de Aizoain.

Hubo un tiempo, cuando capitaneaba a unos incipientes Ronaldos a finales de los años ochenta, en el que Coque Malla fue considerado un nuevo adalid del rock and roll más fresco, un artista capaz de resucitar la desenfadada concepción del rock que, una década antes, había elevado a la categoría de fenómeno de fans al quinteto hispanoargentino Tequila. Pero eso fue en un principio porque, con el paso de los años y los discos, su música fue madurando, perdiendo inmediatez y ganando en arreglos y continencia. Una clara evolución que continúa implacable en Soy un astronauta más, un disco que huye de los riffs energéticos y ahonda en el pop rock.

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