Cartas al director

Igual que hace tantos años...

Se da por hecho que todos y cada uno de nosotros somos heterosexuales. Sólo comenzamos a plantearnos las tendencias sexuales de las personas cuando su comportamiento no nos resulta "normal".En estos casos, y tratándose de personajes públicos, parece que es necesario que se declaren homosexuales como ha hecho el concejal socialista de Cataluña o como ha confesado Nacho Duato en una revista gay. ¿Y por qué? ¿Tan bien va esta sociedad que lo verdaderamente importante es saber el sexo de las personas que nos atraen?Durante muchos años nos hemos educado pensando que todos aquellos que fuesen distin...

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Se da por hecho que todos y cada uno de nosotros somos heterosexuales. Sólo comenzamos a plantearnos las tendencias sexuales de las personas cuando su comportamiento no nos resulta "normal".En estos casos, y tratándose de personajes públicos, parece que es necesario que se declaren homosexuales como ha hecho el concejal socialista de Cataluña o como ha confesado Nacho Duato en una revista gay. ¿Y por qué? ¿Tan bien va esta sociedad que lo verdaderamente importante es saber el sexo de las personas que nos atraen?Durante muchos años nos hemos educado pensando que todos aquellos que fuesen distintos a nosotros no eran buenas personas (bastante influencia de la educación católica que, paradójicamente, predica tolerancia y respeto hacia los demás), pero ahora se divulgan ideas antirracistas y tolerantes (y en el mundo de la publicidad, sin ir más lejos) y me resulta terriblemente difícil asimilar que aún exista gente que no esté convencida de que las buenas personas son las que realizan buenas acciones, respetan y se respetan, viven y dejan vivir.

¿Quiénes somos para juzgar por el color de la piel, por la tendencia sexual o por el traje que llevamos? No somos nadie, nadie si seguimos guiándonos por esos patrones. A finales del siglo XX y a las puertas del 2000, era de la modernidad, de las armas nucleares, de los viajes al espacio, de los coches solares y de las conversaciones por televisión, a finales del siglo XX, decía, y preocupándonos todavía por saber con quién se acuesta el vecino.- . .

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