El jugador de los bombachos

Aunque sólo fuera por su vestimenta peculiar, Payne Stewart era uno de los jugadores más conocidos del mundo. ¿Payne Stewart?, preguntaba la gente. Sí, hombre, el de los bombachos. El único que jugaba vestido a la antigua usanza, con bombachos, boina escocesa y calcetines largos. Ése era Payne Stewart, el golfista norteamericano que ayer falleció a los 42 años. Era eso, y algo más, claro. El típico jugador de golf norteamericano. Y también una estrella durante algún tiempo. Uno de los primeros que vio clara la relación golf-dinero-negocio-espectáculo.A lo largo de sus 20 años de carrera, ha ga...

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Aunque sólo fuera por su vestimenta peculiar, Payne Stewart era uno de los jugadores más conocidos del mundo. ¿Payne Stewart?, preguntaba la gente. Sí, hombre, el de los bombachos. El único que jugaba vestido a la antigua usanza, con bombachos, boina escocesa y calcetines largos. Ése era Payne Stewart, el golfista norteamericano que ayer falleció a los 42 años. Era eso, y algo más, claro. El típico jugador de golf norteamericano. Y también una estrella durante algún tiempo. Uno de los primeros que vio clara la relación golf-dinero-negocio-espectáculo.A lo largo de sus 20 años de carrera, ha ganado casi 12 millones de dólares (unos 2.000 millones de pesetas) en premios. Parecía que iba a sucumbir con la llegada de las nuevas generaciones culminadas en Tiger Woods, pero supo resurgir llegado el momento. Era, sobre todo, un indomable. Ha muerto en un accidente de trabajo. En el mundo del golf, un avión privado no es un lujo, sino casi una necesidad, y muchos golfistas norteamericanos los prefieren a los de línea regular para ahorrar dinero.

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Nació en Springfield (Misuri) y vivía en Orlando (Florida). Le gustaba cazar, pescar y cocinar. También tocaba la armónica en un conjunto pop, los Juan Trucha y sus Platijas. Estudió economía en una universidad tejana. Deja mujer, Tracey, una azafata australiana a la que conoció volando en Malaisia, y dos hijos: Chelsea, de 13 años, y Aaron, de 10. Era muy religioso y, después de ganar en junio su segundo Open de EE UU, hazaña conseguida con un putt de cinco metros en el hoyo 72º, Stewart declaró: "Estoy orgulloso de que mi fe en Dios sea ahora mucho más fuerte, y estoy más en paz conmigo mismo que lo que nunca he estado en mi vida".

Líder en la Ryder

Ganó tres torneos grandes. El primero, el Campeonato de la PGA, en 1989; dos más tarde, se impuso en su primer Open de EE UU y, hace apenas dos meses, consiguió el segundo. Stewart ha resucitado, decían los expertos. Tantos años en un socavón llevaba, sólo reconocido por su forma de vestir, que más de uno pensaba que era puramente un fantoche alargando su carrera más allá de lo juiciosamente aconsejado. Entre su primer y su segundo Open, sólo dos victorias: una en 1995 y la otra a comienzos del 99. Actualmente marchaba tercero en la lista de ganancias del circuito de la PGA, con poco más de dos millones de dólares. También figuraba entre los 10 mejores en el ránking mundial.Pero su verdadera peculiaridad, lo que hace a Payne Stewart recordable más allá de las circunstancias excepcionales de su muerte fue la fuerza con la que asumió su papel de líder moral de los jugadores estadounidenses durante la pasada Ryder Cup. "Aquí hacía falta mentalidad de equipo. No ganábamos desde 1993 porque no estaba yo en el equipo desde entonces", dijo Stewart, que sólo consiguió medio punto, después de que Estados Unidos protagonizara el último domingo la mayor remontada en la historia de la Ryder Cup.

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