El teólogo Hans Küng dice que se necesita "un Papa mejor"

La Iglesia es una fortaleza sitiada por ciudadanos que valoran la democracia y exigen nuevas formas de control del poder. Y el sínodo de los obispos europeos coloca, entre los "signos de esperanza" al borde del tercer milenio, el de que la libertad se extiende ya por todo el continente. Pero quienes mandan en Roma no avanzan en la colegialidad proclamada por el Vaticano II ni ceden poder a los obispos y a sus diócesis, como exigen sus movimientos de base. Es el conflicto de este fin de siglo. El teólogo Hans Küng, que defiende la necesidad de un concilio, dijo que "la Iglesia necesita un Papa ...

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La Iglesia es una fortaleza sitiada por ciudadanos que valoran la democracia y exigen nuevas formas de control del poder. Y el sínodo de los obispos europeos coloca, entre los "signos de esperanza" al borde del tercer milenio, el de que la libertad se extiende ya por todo el continente. Pero quienes mandan en Roma no avanzan en la colegialidad proclamada por el Vaticano II ni ceden poder a los obispos y a sus diócesis, como exigen sus movimientos de base. Es el conflicto de este fin de siglo. El teólogo Hans Küng, que defiende la necesidad de un concilio, dijo que "la Iglesia necesita un Papa mejor"."Si no fuera posible un nuevo concilio, la crisis será cada vez más honda y las mujeres jóvenes no estarán interesadas en una Iglesia que está contra ellas o las margina", dijo Hans Küng. El teólogo puso como ejemplo del "absolutismo" de Juan Pablo II "la profunda crisis que vive la Iglesia alemana por la imposición de Roma para que no asesore a las mujeres sobre el aborto".

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Küng asistió al Concilio Vaticano II, invitado por Juan XXIII, y es autor de libros fundamentales para el hombre cristiano de hoy. En 1978 fue desposeído del título de teólogo católico. Tiene 71 años y cree que la Iglesia, dirigida por Juan Pablo II y por cardenales que superan los 70 años, no tiene fuelle para superar los desafíos.

Los retos son grandes, pero la jerarquía no quiere abordarlos, dice Küng. Es como si Roma no percibiera las alarmas. O como si aún viviese pendiente de la euforia de primeros de siglo, que llegó incluso a León XIII, primer Papa que subió al trono pontificio, en 1878, destronado del poder temporal. La toma de territorios, a fines del primer milenio, había mezclado a la Iglesia en tal cúmulo de guerras y crueldades que lo milagroso fue que pudiera sobrevivir a ese milenio. "No pareces sucesor de Pedro sino de Constantino", espetó San Bernardo al Papa Eugenio III.

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