Escolta de jueces por el día, 'escolta' de travestidos de noche

De día trabajaba como escolta de jueces y fiscales de la Audiencia Nacional. De noche escoltaba a dos travestidos con los que, además, convivía en un piso de la colonia de Mirasierra, de Madrid. El ministro de Defensa le expulsó de la Guardia Civil el 31 de julio de 1998 al considerar que el agente incurrió en una falta muy grave al "observar conductas gravemente contrarias a la dignidad de la institución".La Sala Quinta del Tribunal Supremo ha confirmado ahora la expulsión del guardia, apellidado Casanova, al considerar que tuvo que haber presentado un recurso de reposición administrativo ant...

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De día trabajaba como escolta de jueces y fiscales de la Audiencia Nacional. De noche escoltaba a dos travestidos con los que, además, convivía en un piso de la colonia de Mirasierra, de Madrid. El ministro de Defensa le expulsó de la Guardia Civil el 31 de julio de 1998 al considerar que el agente incurrió en una falta muy grave al "observar conductas gravemente contrarias a la dignidad de la institución".La Sala Quinta del Tribunal Supremo ha confirmado ahora la expulsión del guardia, apellidado Casanova, al considerar que tuvo que haber presentado un recurso de reposición administrativo antes de acudir a la más alta instancia judicial. El tribunal, presidido por José María Ruiz-Jarabo, no entra a valorar la legalidad de la expulsión del agente, sino que se limita a "inadmitir" su recurso contencioso disciplinario por entender que debía haber agotado antes la vía administrativa.

Los hechos que originaron el caso se iniciaron en junio de 1996, después de que en la Dirección General de la Guardia Civil se recibiera un anónimo en el que un grupo de vecinos de un inmueble de la colonia de Mirasierra mostraba su preocupación por las visitas "sospechosas" que recibía el agente, que tenía alquilado el tercer piso.

El anónimo desencadenó la intervención del Servicio de Información de la 111 Comandancia (Madrid-Exterior). Gracias a sus investigaciones, se logró determinar que Casanova había alquilado la vivienda a cambio de 145.000 pesetas al mes. Al propietario le dijo que compartiría el techo con su novia y con una amiga de ésta, de tal forma que entre los tres habrían frente al pago de la renta. El arrendador ni siquiera pidió un aval. ¿Para qué? Tal formalidad era innecesaria tratándose, nada más y nada menos, que de un miembro de la Guardia Civil.

Pero el propietario del piso empezaría a inquietarse, sin duda, cuando los convecinos le transmitieron su malestar por la extraña vida del agente y sus dos amigas. El uniformado disculpó a una de sus compañeras, diciéndo que trabajaba en una discoteca y que por eso solía regresar a altas horas de la madrugada.

Ropas femeninas

El Servicio de Información prosiguió sus pesquisas y, para su propia sorpresa, descubrió que la presunta novia y la presunta amiga de la novia del guardia civil eran en realidad dos hombres, "a los que siempre se les ha visto usando ropa femenina, saliendo habitualmente entre las 24 horas y las 2 horas del citado domicilio", según recoge la sentencia del Supremo.

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El fallo judicial da también por "probado" que, tras salir de la casa, los dos travestidos "se dirigían a las zonas comprendidas en las calles de Miguel Ángel, Almagro, paseo de la Castellana, paseo de Rosales y parque del Oeste, "donde permanecen hasta las cinco o las seis de la madrugada, siendo habitualmente trasladados y recogidos por el guardia Casanova". Y la sentencia agrega: "Tales zonas son conocidas por la asistencia de travestidos que se prostituyen y buscan allí posibles clientes, actividad que también es desarrollada" por los compañeros del guardia, "los cuales se hacen llamar Ivón y Jessica". Para más inri, uno de éstos era menor de edad en aquellas fechas, circunstancia de la que se dio cuenta al Juzgado número 42 de Madrid.

A la vista de la doble vida del guardia, el director general del instituto armado ordenó abrir el 6 de septiembre de 1996 un expediente para determinar si podría haber incurrido en una falta muy grave por "conductas contrarias a la dignidad" de la institución.

El ministro de Defensa, Eduardo Serra, acordó el 31 de julio del año pasado "la separación del servicio" del guardia civil, a tenor de lo dispuesto en el artículo 9 del Régimen Disciplinario. A la vez, indicaba al interesado que podría interponer recurso de reposición ante el propio ministro en el plazo de un mes, "sin perjuicio de la posibilidad de interponer recurso contencioso-disciplinario militar".

El guardia sancionado planteó el 23 de octubre de 1998 un recurso ante el Supremo. El abogado del Estado se opuso a la demanda, alegando que el interesado debería haber agotado -antes de acudir a la vía judicial- la vía administrativa mediante la interposición de un recurso contra la resolución del ministro. Esta tesis ha sido ahora respaldada por la Sala Quinta.

"Cada uno puede hacer lo que quiera en su vida privada", comentó ayer un mando del cuerpo, "pero a un guardia civil es lógico exigirle un plus de conducta y, sobre todo, que no haga nada que cause escándalo o desconfianza en los ciudadanos a los que debe servir".

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