Cartas al director

Educación pública

Siempre he sido un fiel defensor de la educación pública, mis principios no me permiten creer en otra cosa. Ahora más que nunca, tengo una hija en edad escolar. Para mí significa un gran logro la escolarización de todos los niños, sin distinción de razas, ni credos.Mi hija ha empezado su escolarización en el colegio Jaime Vera, situado en Bravo Murillo (Madrid), un colegio precioso por fuera, pero algo triste por dentro.

En la primera reunión con la profesora, se nos habla del programa anual para los niños y de las carencias del centro. Este colegio acoge un importante número de inmigra...

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Siempre he sido un fiel defensor de la educación pública, mis principios no me permiten creer en otra cosa. Ahora más que nunca, tengo una hija en edad escolar. Para mí significa un gran logro la escolarización de todos los niños, sin distinción de razas, ni credos.Mi hija ha empezado su escolarización en el colegio Jaime Vera, situado en Bravo Murillo (Madrid), un colegio precioso por fuera, pero algo triste por dentro.

En la primera reunión con la profesora, se nos habla del programa anual para los niños y de las carencias del centro. Este colegio acoge un importante número de inmigrantes debido a la singularidad creada en este barrio. En principio, esto no debería significar ningún problema, pero los educadores no tienen el suficiente apoyo administrativo para llevar a cabo sus buenas intenciones.

En una clase donde conviven cuatro lenguas diferentes, cuatro culturas diferentes, la integración y convivencia significa algo importante para los niños. Pero un educador no puede comunicarse perfectamente con tantos niños, necesita más educadores a su lado.

El presupuesto para la clase de mi hija asciende a 15.000 pesetas, evidentemente ya se ha agotado, pues se han comprado dos juguetes.

Por la tarde, a la hora de la siesta, los niños duermen en el suelo sobre alfombrillas. Quizás veía la escolarización de mi hija como algo utópico, pero he descubierto una realidad que no imaginaba.

Ahora más que nunca creo en la educación pública de calidad, porque cuando mi hija pueda leer y comprender lo que yo escribo, posiblemente se habrá convertido en una persona más tolerante, comprensiva e informada que otros muchos niños que van a colegios regentados por el Opus Dei y auspiciados por el Gobierno actual.- . .

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