Tribuna:

Timor

La Comunidad Europea estudia la posibilidad de dejar de vender armas al Gobierno de Indonesia, medida arriesgadísima si tenemos en cuenta los problemas del mercado laboral europeo y que Indonesia ha sido uno de los centinelas de Occidente en años decisivos de la guerra fría. Ochocientos timorenses asesinados en los últimos días por los controladísimos incontrolados paramilitares no son cantidad apreciable si tenemos en cuenta que en los orígenes del régimen indonesio actual estuvo la matanza de 500.000 comunistas en una semana. Luego asesinaron a tantos que inutilizaron la contabilidad. En los...

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La Comunidad Europea estudia la posibilidad de dejar de vender armas al Gobierno de Indonesia, medida arriesgadísima si tenemos en cuenta los problemas del mercado laboral europeo y que Indonesia ha sido uno de los centinelas de Occidente en años decisivos de la guerra fría. Ochocientos timorenses asesinados en los últimos días por los controladísimos incontrolados paramilitares no son cantidad apreciable si tenemos en cuenta que en los orígenes del régimen indonesio actual estuvo la matanza de 500.000 comunistas en una semana. Luego asesinaron a tantos que inutilizaron la contabilidad. En los 24 años de ocupación de Timor del Este, los aliados indonesios exterminaron a 300.000 ex súbditos de los aliados portugueses. A los aliados, como a los amigos, hay que aceptarlos como son.Una vez producida la limpieza ideológica, el régimen indonesio se dedicó a matar chinos, porque todo chino era un aliado potencial del régimen de Mao, incluso chinos anticomunistas que podían considerar a Mao como el hacedor de la nación china moderna, a lo Kemal Ataturk o a lo Jordi Pujol. La force de frappe franquista, armas y minas antipersonas, tenía en Indonesia un buen mercado, y la democracia prosiguió el negocio, pero así como Franco no podía viajar ni a Indonesia, nuestros dirigentes democráticos, socialistas por más señas, sí lo hicieron, y le dieron la mano al dictador en una clara demostración de realpolitik. Plagiando a Roosevelt: "Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".

Que la ONU supiera desde hace más de un mes cómo iba a acabar su referéndum en Timor y que haya dejado correr la sangre demuestra la difícil y a veces contradictoria gestación de las guerras humanitarias. Ignoro dónde está el límite de víctimas asimilables, ante la dificultad de intervenir a distancia, desde el living de los aviones o desde las salitas de televisión.

No porque los misiles maten a tantas víctimas como verdugos, sino porque no hay infraestructura que destruir y reconstruir. Y enviar tropas de tierra, si no lo autorizan los aliados indonesios, sería feo gesto para quienes han estado salvando los valores de Occidente durante más de 30 años.

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