Tribuna:

La cosa seria

ELVIRA LINDOA últimos de verano se anuncian las cosas serias, nuevas revistas, las películas que según todos estamos esperando, los libros que estamos deseando leer; a últimos de verano todos los sustitutos de los medios de comunicación, los que sustituyeron a los dioses, a Iñaki, a Del Olmo, a la Campos, abandonan el asiento del Olimpo y su gloria fugaz y vuelven al reino del machaca; a últimos de verano los columnistas se empiezan a limpiar la espesura de sus mentes y se esfuerzan por contar al lector algo más que su verano de playa y de lecturas lánguidas; a últimos de verano vuelven...

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ELVIRA LINDOA últimos de verano se anuncian las cosas serias, nuevas revistas, las películas que según todos estamos esperando, los libros que estamos deseando leer; a últimos de verano todos los sustitutos de los medios de comunicación, los que sustituyeron a los dioses, a Iñaki, a Del Olmo, a la Campos, abandonan el asiento del Olimpo y su gloria fugaz y vuelven al reino del machaca; a últimos de verano los columnistas se empiezan a limpiar la espesura de sus mentes y se esfuerzan por contar al lector algo más que su verano de playa y de lecturas lánguidas; a últimos de verano vuelven los mariquitas famosos de sus fiestorros marbellíes y les pegan una patada en el culo a los mariquitas de guardia que intentaron repetir la vieja historia de Eva al desnudo (en versión televisiva), y quedarse de mariquita de plantilla. Pero no. En octubre vuelven los dioses de su merecido descanso y vuelven a su trono, se acabaron los programas de las canciones de verano, se acabó el páddel, se acabó el polo esportivo y el pantaloncillo bermuda planchado con raya que sacan los políticos para hacer que son como nosotros, se acabaron todos esos famosos que hacen compatible su pasión por Gil y Gil y por las buenas causas de la Cruz Roja y la lucha contra el sida; se acabaron los artículos poéticos en los que el escritor cuenta su mirada frente a la naturaleza; se acabaron las Vírgenes de Agosto y los toros de los pueblos, y la nostalgia que me entra en verano de Caro Baroja, que tanta falta nos hace por estas fechas, cuando siempre atendía a las llamadas de los progres de la radio para hablar de la brutalidad de las tradiciones y de la necesidad de acabar de una vez por todas con todas aquéllas que fueran crueles.

Ahora hay que volver y poner a cocer el cerebro para contar algo más que naderías. Los periódicos tienen que empezar a engordar, que dejar de ser y de tener el grosor y la consistencia de La Farola, y esta ocurrencia no es mía, surgió en una conversación que sostenían a las puertas del estreno de Pepe Guindo Juan Cruz y Umbral.

Y está haciendo uno estos propósitos de enmienda de cara al próximo curso, cuando se encuentra ocupando toda la página de un periódico el anuncio de una nueva revista. La revista se llama muy contundentemente MC, y uno pensaría que se trata de publicidad de una red de supermercados, de no ser porque en la portada vemos la cara enérgica, la cara que no perdona y no olvida del propietario de dichas iniciales: Mario Conde. Así me gusta el otoño, pletórito de promesas intelectuales. MC, un nombre que podría ser el de un financiero americano, con la gracia que tienen ellos para familiarizarse con las siglas y hacerlo todo más liviano. De haber sido yo del equipo de marketing de la revista hubiera propuesto que se hubiera llamado MCjunior, para dar idea al lector de que hay una casta de MCs que han hecho algo por este país, que han dado el callo. Si yo fuera del equipo de redacción de Mc, no olvidaría, aparte de la información marco y toda la pesca, esas historias humanas, no por pequeñas menos importantes que dan una dimensión más cercana de la economía, por ejemplo: un artículo de Susana Bermúdez sobre los cambios económicos que ha experimentado su vida en los últimos tiempos, otro de Carlos Sotos, otro del ya tristemente olvidado Piñeiro, otro de Amedo... Incluso yo, en mi modesta biografía, podría escribir mi articulillo, empezaría así: "Yo también robé en El Corte Inglés, cuando las prendas no llevaban el dispositivo de alarma, cuando lo progre era robar y se convertía casi en lucha contra el sistema. Yo no hundí, como hicieron otros progres, a alguna librería progre por el robo sistemático de libros progres, no he tenido nunca ese hambre de cultura, pero me llevé unos cuantos biquinis de las rebajas, un peto vaquero, unas camisetas, bien es cierto que era muy pequeña, pero quiero decir que también tengo un pasado..."

Con la mente llena de ideas, de proyectos, de columnas, de revistas, vuelve el otoño, a la cosa seria, a la cosa nostra.

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