Tribuna:

Discípulo

ADOLF BELTRAN Dos capitales superlativas del ocio y el turismo; dos políticos que nada tienen que ver. ¿Nada? A uno en Benidorm, al otro en Marbella, les atraen las urbanizaciones de lujo, el roce con las figuras del espectáculo y las farándulas de la televisión. Pero eso le puede ocurrir a mucha gente. ¿O no? Sus carreras se han cruzado con dos ex militantes socialistas de vidas asombrosamente paralelas. Susana Bermúdez, diputada de Ceuta, huida del PSOE y desaparecida durante dos semanas de agosto antes de abrir el gobierno local al GIL de Gil, debería dejarse aconsejar por Maruja Sánchez, ...

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ADOLF BELTRAN Dos capitales superlativas del ocio y el turismo; dos políticos que nada tienen que ver. ¿Nada? A uno en Benidorm, al otro en Marbella, les atraen las urbanizaciones de lujo, el roce con las figuras del espectáculo y las farándulas de la televisión. Pero eso le puede ocurrir a mucha gente. ¿O no? Sus carreras se han cruzado con dos ex militantes socialistas de vidas asombrosamente paralelas. Susana Bermúdez, diputada de Ceuta, huida del PSOE y desaparecida durante dos semanas de agosto antes de abrir el gobierno local al GIL de Gil, debería dejarse aconsejar por Maruja Sánchez, concejal en Benidorm en 1991, huida del PSOE y también desaparecida unos días antes de facilitar con su voto el acceso a la alcaldía del PP de Zaplana. De tránsfuga a tránsfuga, la veterana Sánchez podría explicarle a Bermúdez cómo rentabilizar a largo plazo una súbita conversión ideológica. Constatado el patético estado de postración en que se halla el partido socialista, no sólo en Ceuta y Melilla, aunque allí de forma más obscena, a lo mejor convendría aplicar un poco de sentido común, lejos de la exaltación bienpensante, al episodio de las tránsfugas. Que se valga de ellas un personaje viscoso como Jesús Gil no debería implicar amnistía moral alguna, más bien al contrario, para quienes abrieron antes el camino de esa práctica de piratería institucional. Zaplana es más apuesto, más simpático, está muy bien colocado en el núcleo del poder oficial. Gil es bronco, desagradable, arisco, y tiene todos los estigmas de una marginalidad en el sistema con ribetes mafiosos. Sin embargo, no ha inventado nada. Maruja Sánchez sigue estando a sueldo del Ayuntamiento de Benidorm (y su alcalde asegura que seguirá así mientras gobiernen ellos). Su marido está contratado por la Diputación de Alicante. Bermúdez acaba de colocarse en el gobierno de Ceuta, donde también ha puesto en nómina a su esposo. Veremos si el trato pervive tantos años como lo hace el de su predecesora. En materia de transfuguismo, se mire por donde se mire, el bucanero Gil es un discípulo aventajado del honorable Zaplana.

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