La sequía empieza a provocar restricciones de agua en municipios de Andalucía y Alicante

Miles de personas en las zonas más afectadas vuelven a vivir la pesadilla de 1995

El fin del verano se acerca y con ello los efectos de la sequía empiezan a hacerse notar en numerosos municipios españoles, que ya padecen restricciones y temen que los cortes de agua vayan en aumento al ritmo que bajan los embalses de donde reciben el suministro. Miles de personas reviven estos días una pesadilla que soportaron por última vez en 1995. El año hidrológico 1998-1999, que terminó el 31 de agosto, es uno de los más secos de los últimos 50 años y el menos lluvioso de la última década, según datos aportados por el Instituto Nacional de Meteorología.

Entre el 1 de septiembre d...

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El fin del verano se acerca y con ello los efectos de la sequía empiezan a hacerse notar en numerosos municipios españoles, que ya padecen restricciones y temen que los cortes de agua vayan en aumento al ritmo que bajan los embalses de donde reciben el suministro. Miles de personas reviven estos días una pesadilla que soportaron por última vez en 1995. El año hidrológico 1998-1999, que terminó el 31 de agosto, es uno de los más secos de los últimos 50 años y el menos lluvioso de la última década, según datos aportados por el Instituto Nacional de Meteorología.

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Entre el 1 de septiembre de 1998 y el pasado 31 de agosto, la Península recibió una media de 510 litros de agua de lluvia por metro cuadrado, cuando la media anual considerada normal ronda los 670. Algunas provincias han resultado más castigadas que otras. Andalucía, una de las regiones más afectada por la falta de agua, afronta ahora su primer año seco desde 1995 con un acusado retraso en las obras hidráulicas. Los regantes del Guadalquivir ya están pensando en sacar las pancartas; si aún las conservan, les valdrán las que enarbolaron 40.000 personas en octubre de 1995 en Sevilla. Aquella manifestación catalizó la crispación social que arrastraba Andalucía tras cuatro años de sequía y restricciones. La lluvia apareció por fin abundante aquel invierno: llenó pantanos y se llevó consigo reclamaciones y promesas.

La cuenca del Guadalquivir es la más extensa de las zonas hídricas andaluzas (51.961 kilómetros cuadrados), pero los 35 embalses que regulan el agua del valle no son suficientes para garantizar en un año normal las necesidades de los usuarios: los expertos han cuantificado su déficit hídrico en 490 hectómetros cúbicos. Por eso, los regantes (que realizan el 80% del consumo) solicitaban en 1995 la construcción inmediata de pantanos proyectados años atrás: El Arenoso y La Breña II, en Córdoba, y Úbeda La Vieja, en Jaén. Aún no se ha puesto un solo ladrillo.

Un túnel seco

En la misma línea, el problema para solucionar definitivamente el abastecimiento de agua en la denominada zona hidrográfica gaditana era también de carácter económico y ecológico. Salvado este debate, el Gobierno invirtió 8.000 millones de pesetas en construir un túnel de 12 kilómetros que atraviesa la Sierra de Líbar, en el Parque de Grazalema (Cádiz). Se trataba de evitar las restricciones continuas en los cuatro años de sequía, que llevaron a los pueblos a nutrirse del agua que venía en barcazas desde Huelva. Casi tres años después de que la tuneladora culminara su trabajo, posibilitando el trasvase de agua desde el río Guadiaro al Majaceite, el túnel continúa seco. Los cortes en el suministro de agua son habituales otra vez en 25 municipios malagueños; la mitad ha tenido que echar mano ya de camiones cuba para garantizar el abastecimiento a sus habitantes. Aun así, la Confederación Hidrográfica del Sur huye de alarmismos con el argumento de que con los 300 hectómetros cúbicos embalsados y los 200 que pueden extraerse de los acuíferos hay agua para año y medio. Málaga también tiene pendientes o vacías las presas que debían acometerse para asegurar el abastecimiento después de la sequía 1992-95.

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Cártama ha sido el primer municipio malagueño en aplicar restricciones este año. Llegó incluso a distribuir agua no potable para calmar las iras de algunos vecinos que tras varios días sin que saliera ni una gota de sus grifos se encerraron en el ayuntamiento.

En la Alpujarra granadina, la alerta roja ha vuelto a hacer acto de presencia. Unos 20.000 vecinos de la comarca de La Contraviesa viven de nuevo bajo el fantasma de la sequía, que ya sufrieron en 1995. La falta de agua ha obligado a los ayuntamientos de nueve municipios a restringir el suministro a sólo cuatro horas diarias. Los cortes irán en aumento si la balsa que abastece a la mancomunidad no sube en los próximos 45 días.

En zonas de Alicante, concretamente en los municipios costeros de la comarca de la Marina Alta, vuelven a sufrir también problemas de suministro. La llegada masiva de turistas se reflejó en un disparo del consumo en los meses de julio y agosto, que dejó las reservas de agua bajo mínimos. Municipios como Xàbia (100.000 habitantes en los meses estivales) y Calp (150.000) han sufrido reiterados cortes del suministro. Así, en el primero algunas zonas llegaron a estar hasta 10 días sin agua y el ayuntamiento dispuso en las calles cisternas con agua potable para que los habitantes pudieran autosuministrarse. Y otras localidades, como Dénia, han tenido que garantizar el servicio a base de distribuir por los grifos agua no potable.

El suministro en Xàbia se ha estabilizado con la perforación de nuevos pozos y a costa de que el agua presente un alto contenido en cloruros y nitratos, lo que igualmente la convierte en no potable.

La solución a un problema que se arrastra desde hace muchos años -en 1998 fue Moraira, la zona litoral del municipio de Teulada, la que se quedó sin agua precisamente el 1 de agosto- pasa según los responsables de las administraciones locales por una actuación global a largo plazo que garantice una mejor redistribución de los recursos hídricos en la comarca, suficientes según los estudios para abastecer a la población, y que contemple medidas preventivas con vistas a los meses de mayor consumo.

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