Editorial:

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APENAS DOS días después de que el Banco de Francia tomara cartas en el asunto de la fusión bancaria francesa, sumida en una cierta confusión desde hace seis meses, en Japón se ha concebido la criatura financiera de mayor envergadura del mundo. El acuerdo para la formación de un grupo financiero entre el Industrial Bank of Japan y sus dos principales rivales, Fai-Ichi-Kangyo Bank y Fuji Bank, dejará al grupo financiero hasta ahora líder por tamaño, el Deutsche Bank, a casi la mitad del volumen de activos (735.000 millones de dólares) del gigante japonés, que nacería con 1,3 billones de dólares ...

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APENAS DOS días después de que el Banco de Francia tomara cartas en el asunto de la fusión bancaria francesa, sumida en una cierta confusión desde hace seis meses, en Japón se ha concebido la criatura financiera de mayor envergadura del mundo. El acuerdo para la formación de un grupo financiero entre el Industrial Bank of Japan y sus dos principales rivales, Fai-Ichi-Kangyo Bank y Fuji Bank, dejará al grupo financiero hasta ahora líder por tamaño, el Deutsche Bank, a casi la mitad del volumen de activos (735.000 millones de dólares) del gigante japonés, que nacería con 1,3 billones de dólares y 41.000 empleados. La aceleración del proceso de concentración de la banca japonesa forma parte de las exigencias de las autoridades de aquel país como contrapartida a los recursos públicos inyectados para sanear sus maltrechas carteras de préstamos. En los dos últimos años, el número de grandes bancos en Japón ha pasado de 21 a 16.Los casos más recientes demuestran que las fusiones bancarias son procesos muy complejos. No basta con anunciarlas para tener éxito, y el caso francés prueba que a veces los accionistas oponen serias y lógicas resistencias a los grandes movimientos de concentración. Está por ver el resultado de la mediación del gobernador del Banco de Francia, Jean Claude Trichet, para ordenar el resultado final de ese ménage a trois que conforman Paribas, Societé Générale y BNP. En el caso español, la experiencia es corta para valorar lo que ha sido la fusión del Banco Santander y el Central Hispano. Es pronto para verificar si las familias, las empresas y las administraciones públicas españolas han encontrado en la nueva entidad mejoras de eficiencia como las anticipadas. Con el tiempo también podrá comprobarse si existe una correlación entre esas prometidas mejoras y los resultados obtenidos por los accionistas del banco. El sector financiero está sufriendo un cambio acelerado en sus condiciones competitivas y, por lo tanto, en la dimensión media de las entidades financieras. La vía para ganar competencia son las fusiones o las absorciones (son 17 operaciones, con un valor total de 56.120 millones de euros, las fusiones y adquisiciones que han tenido como protagonistas a entidades financieras europeas en este año, frente a las 38 y 25 de 1998, respectivamente) limitando las alianzas y la cooperación a ámbitos no esenciales del negocio. Unas y otras van a informar el patrón de comportamiento de esta industria en los próximos meses y resulta razonable que se extienda al conjunto del espacio financiero europeo el carácter hasta ahora esencialmente nacional que las ha presidido. A pesar de que comportamientos como el del Gobierno portugués pongan en duda que los tiempos están cambiando.

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