Cartas al director

Trenes

Valencia. Su estación. Tren Arco Alicante-Cerbere. Lo tomo por primera vez: Valencia-Benicàssim; total, nada. ¡Adiós, querido intercity; adiós, símbolo de nuestro progreso reciente! Naturalmente, el nuevo Arco será mejor.De entrada, el billete vale 1.600 pesetas, ¡toma castaña! Habitualmente, en los regionales vale unas 600 pesetas.

Primera sorpresa: viajaremos de ahora en adelante por el Arco Mediterráneo... ¡De espaldas, la mitad de cada vagón! Increíble, pero cierto. Los asientos no son girables, de doble uso.

Segunda sorpresa: a la altura del brazo, en el alféizar dela ventan...

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Valencia. Su estación. Tren Arco Alicante-Cerbere. Lo tomo por primera vez: Valencia-Benicàssim; total, nada. ¡Adiós, querido intercity; adiós, símbolo de nuestro progreso reciente! Naturalmente, el nuevo Arco será mejor.De entrada, el billete vale 1.600 pesetas, ¡toma castaña! Habitualmente, en los regionales vale unas 600 pesetas.

Primera sorpresa: viajaremos de ahora en adelante por el Arco Mediterráneo... ¡De espaldas, la mitad de cada vagón! Increíble, pero cierto. Los asientos no son girables, de doble uso.

Segunda sorpresa: a la altura del brazo, en el alféizar dela ventanilla, sale un chorrode aire frío impresionante con el que puedes coger de todo menos nada bueno. Imposible reposar el brazo encima. Y así durante 600 kilómetros de viaje.

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La telefonía, literalmente, no se oye.

¿A qué eminencia gris deberemos tanto adelanto cangrejero? Son las eternas amenidades a las que nos tiene acostumbrados nuestra santa madre la Renfe, que jamás dejará de sorprendernos..., siempre, a peor.

Lo último. Cambian los trenes, pero no cambia la gente: gritos, corridas, empujones, risotadas, ¿fiambreras con tortilla de patata? Tiempo al tiempo, porque con estos poemas, si llego a ir al vagón bar, igual me da un infarto..., sobre ruedas.- .

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