GENTE

SIETE RIÑONES PARA CANCELAR DEUDAS

La familia italiana Formento-Grisotto, compuesta por siete personas, ha decidido poner a la venta un riñón de cada uno de sus miembros para poder pagar las deudas, según anunciaron ayer en una carta dirigida a la prensa. "Ponemos en venta nuestros riñones para salvarnos de la ruina", señala el escalofriante llamamiento en la misiva enviada al diario turinés La Stampa. A pesar de que la ley italiana prohíbe el comercio de órganos, esta familia de Cuneo (Turín), cuya empresa de ropa fue declarada en quiebra hace seis meses, ha decido ofrecer sus riñones para "conservar por lo menos un techo". La...

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La familia italiana Formento-Grisotto, compuesta por siete personas, ha decidido poner a la venta un riñón de cada uno de sus miembros para poder pagar las deudas, según anunciaron ayer en una carta dirigida a la prensa. "Ponemos en venta nuestros riñones para salvarnos de la ruina", señala el escalofriante llamamiento en la misiva enviada al diario turinés La Stampa. A pesar de que la ley italiana prohíbe el comercio de órganos, esta familia de Cuneo (Turín), cuya empresa de ropa fue declarada en quiebra hace seis meses, ha decido ofrecer sus riñones para "conservar por lo menos un techo". La carta, firmada por Giuseppina Grisotto, nieta del fundador del negocio familiar e hija del actual dueño, Giovanni Formento, sostiene que el patrimonio familiar es de 12.000 millones de liras (unos 1.000 millones de pesetas), pero que fue valorado en sólo mil millones (menos de 100 millones de pesetas) por el síndico de quiebra. "Ni siquiera sabemos cuánto debemos, no nos lo quieren decir", asegura Giovanni Formento, que se ha traslado a vivir con su hija debido a que su negocio, su casa y otras propiedades han sido embargadas. El actual dueño llegó a patrocinar varias etapas del Giro de Italia femenino en la región de Cuneo antes de los problemas económicos. Pero la declaración de quiebra le llevó a ponerse en manos de los usureros, auténtica lacra social de Italia. Más de 27.000 negocios cerraron en el país transalpino en 1998 después de que sus dueños fueran víctimas de los prestamistas, según la Federación Italiana de Comerciantes, cuyo presidente, Marco Venturi, ha reclamado recientemente "una actitud más severa y menos burocrática" del Estado contra la usura. Según estos datos, más de 700.000 familias italianas estarían en manos de los strozzini, como se les conoce a los prestamistas.-

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