Yeltsin confirma que la momia de Lenin será retirada de la plaza Roja

El presidente ruso, Borís Yeltsin, ha hablado de casi todo con el diario Izvestia, que hoy publica una amplia entrevista con el dirigente. Yeltsin se muestra como un hombre de Estado, por encima del bien y del mal, garante de las libertades y sin fobias excesivas, excepto la que se hace carne en el partido comunista. Pero incluso en este caso niega que tenga listo un decreto para ilegalizar a la primera fuerza política rusa. "Ellos mismos se han prohibido", dice. "Han fracasado políticamente y quieren provocarme para que luche contra ellos. Si continúan con esa histeria, tendrán que res...

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El presidente ruso, Borís Yeltsin, ha hablado de casi todo con el diario Izvestia, que hoy publica una amplia entrevista con el dirigente. Yeltsin se muestra como un hombre de Estado, por encima del bien y del mal, garante de las libertades y sin fobias excesivas, excepto la que se hace carne en el partido comunista. Pero incluso en este caso niega que tenga listo un decreto para ilegalizar a la primera fuerza política rusa. "Ellos mismos se han prohibido", dice. "Han fracasado políticamente y quieren provocarme para que luche contra ellos. Si continúan con esa histeria, tendrán que responder, pero no por un decreto, sino ante un tribunal". Hace semanas que se dice, y se publica, que por la mente de Yeltsin ronda la idea de retirar la momia de Lenin del mausoleo de la plaza Roja, quemarla y enterrar las cenizas en San Petersburgo. En la entrevista no sólo no lo niega, incluso asegura rotundo que se hará, pero añade que decidir el cuándo es todavía "un serio problema", incluso político, porque si lo hace antes de diciembre, dará votos a los comunistas; si lo hace antes de junio, se los quitará al candidato que apoye para la presidencia.

Que un presidente diga que entregará el poder a quien lo gane en unas elecciones limpias no debería ser noticia. Pero lo es en Rusia, donde se especula con que Borís Yeltsin maquina la manera de conservar el bastón de mando más allá de julio del 2000, cuando debería soltarlo. El presidente, en sus declaraciones, se viste el más democrático de sus ropajes, se muestra confiado en que las legislativas de diciembre consoliden a dirigentes "jóvenes y con nuevas ideas de Estado", y promete ceder el poder "con el corazón ligero".

Yeltsin admite que tiene su idea de quién debe sucederle, pero omite el nombre porque, dice, le harían la vida imposible. Y se permite una ironía sobre La Familia, el círculo de intrigantes que le rodea en el Kremlin. "Para mí", dice, "la palabra familia significa mi mujer, mis hijas y mis nietos".

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