EL CAMINO HACIA LA PAZ

El opositor Djindjic regresa a Belgrado y propugna un cambio democrático

ENVIADO ESPECIALBronceado y sonriente, Zoran Djindjic, uno de los principales exponentes de la oposición yugoslava, retornó ayer a Belgrado desde Montenegro para probar su suerte en la conmoción política de la posguerra. Djindjic, líder del Partido Democrático de Serbia y acusado de traición por el régimen de Milosevic, fue recibido por unos 60 seguidores en el aeropuerto de Belgrado. Además de pedir elecciones democráticas en Yugoslavia, Djindjic se mostró dispuesto a comparecer ante los tribunales.

Acusado de traición a la patria por el Gobierno de Slobodan Milosevic dado su veloz des...

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ENVIADO ESPECIALBronceado y sonriente, Zoran Djindjic, uno de los principales exponentes de la oposición yugoslava, retornó ayer a Belgrado desde Montenegro para probar su suerte en la conmoción política de la posguerra. Djindjic, líder del Partido Democrático de Serbia y acusado de traición por el régimen de Milosevic, fue recibido por unos 60 seguidores en el aeropuerto de Belgrado. Además de pedir elecciones democráticas en Yugoslavia, Djindjic se mostró dispuesto a comparecer ante los tribunales.

Acusado de traición a la patria por el Gobierno de Slobodan Milosevic dado su veloz desplazamiento hacia Montenegro durante los bombardeos de la OTAN, y despreciado por otros políticos de la oposición que decidieron quedarse, Djindjic no parecía preocupado por la posibilidad de un arresto. Al contrario, sus primeras palabras en el aeropuerto fueron un desafío. Dijo que está dispuesto a comparecer ante los tribunales para explicar por qué ignoró el llamamiento del Ejército y por qué se fue a Montenegro, a Francia y a Alemania cuando su país estaba siendo sometido a los bombardeos de la OTAN. El Código Penal yugoslavo prevé penas de entre cinco y 20 años de cárcel por ese delito. Si Djindjic se esperaba un recibimiento apoteósico, debió llevarse una chasco. Al salir del aeropuerto se le aproximaron sólo unas decenas de partidarios blandiendo banderitas azules y amarillas al son de un coro de "Zoran, Zoran, bienvenido". Aún así, estaba visiblemente emocionado. "El cambio [de Gobierno en Yugoslavia] debe ser democrático, en ningún momento radical, nunca extremista", dijo en tono relajado el joven ex alcalde de Belgrado cuyo futuro político está por verse.

Hizo una mención clave. Dijo que la desorganizada coalición Alianza para el Cambio, la que organiza manifestaciones antigubernamentales todavía con relativo impacto, "es lo suficientemente fuerte para darle una dirección política al cambio que todos queremos". Y en una actitud desafiante a la policía de Milosevic, pronunció una frase que ya no es nueva en la calle de Belgrado: "Mientras Milosevic permanezca en el poder no hay futuro".

El dilema de la oposición yugoslava es cada día mas grave: la atomización de fuerzas que quisieran ver a Milosevic lejos de la silla presidencial es cada vez mas evidente. Las manifestaciones antigubernamentales realizadas en Cacak y Novi Sad la semana pasada le han arrancado la iniciativa al partido de Djindjic.

Ausente de este "verano del descontento" tambien ha estado su principal rival, el líder del Movimiento de Renovación Serbia, (SPO), el carismático pero mercurial escritor Vuk Draskovic. Draskovic no deja pasar una sola ocasión para recordarles a sus compatriotas que, a diferencia de Djindjic, él se quedó en Yugoslavia y fue despedido del Gobierno. Cuando a Djindjic se le preguntó sin pensaba en unir fuerzas con el SPO, su respuesta fue breve: "Depende de él".

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