EL JUICIO DEL "CASO BANESTO"

Los peritos del ICAC explican paso a paso la "ingeniería contable" de Conde

Los peritos Purificación Grajal y Cándido Gutiérrez, funcionarios del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), comenzaron ayer su testimonio sobre el último capítulo de su informe, los artificios contables presuntamente utilizados por los ex administradores de Banesto acusados de falsedad. Ambos examinaron beneficios ficticios, operaciones intergrupo, fiducias no contabilizadas y gastos activados, y destacaron el papel de Pedro Pueyo y de su grupo Oasis en las operaciones Gescam, Kerino, y El Fénix Español.

La llamada operación Gescam permitió contabilizar a Banesto 8.25...

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Los peritos Purificación Grajal y Cándido Gutiérrez, funcionarios del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), comenzaron ayer su testimonio sobre el último capítulo de su informe, los artificios contables presuntamente utilizados por los ex administradores de Banesto acusados de falsedad. Ambos examinaron beneficios ficticios, operaciones intergrupo, fiducias no contabilizadas y gastos activados, y destacaron el papel de Pedro Pueyo y de su grupo Oasis en las operaciones Gescam, Kerino, y El Fénix Español.

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La llamada operación Gescam permitió contabilizar a Banesto 8.256 millones de pesetas con cargo al ejercicio 1991. Según explicó Purificación Grajal, "estos resultados no debían haber sido reconocidos". La perito se remontó a los orígenes de la operación, con un cuadro de la infinidad de movimientos realizados. Banesto adquirió Gescam, cotizada en Bolsa, por 1.900 millones de pesetas y amplió capital por 29.840 millones. Más tarde, Banesto vendió inmuebles a Gescam, incluida la sede central, entonces en el madrileño paseo de la Castellana, por 19.000 millones. Así surgía, en septiembre de 1991, un beneficio de 8.256 millones.

"El problema", señaló la perito, "es que las circulares del Banco de España no permiten reconocer este tipo de resultados hasta que la sociedad que compra no salga del grupo". En otros términos, si se quedaba como operación "intergrupo" -Gescam era de Banesto-, no se podían lucir en las cuentas los beneficios.

"Había una operación, había un resultado pero era necesario sacar fuera de grupo la sociedad o los inmuebles", explicó la perito. A continuación, el 23 de diciembre de 1991, se firmó un contrato de compraventa entre Banesto y Kieselstein Stiftung, una fundación domiciliada en el paraíso fiscal de Liechtenstein, por la que esta última o la sociedad que designase compraría Gescam por 31.768 millones de pesetas o en su defecto los inmuebles que tenía Gescam por 19.376 millones.

"Bien", dijo Grajal, "¿qué ocurre?". Según la perito, Banesto considera que ya ha vendido a un tercero y, así, considera que puede lucir el resultado, los 8.256 millones. "Estos peritos creen que para ello no tenía que haber vinculaciones entre Banesto y Kieselstein, pero fíjense ustedes: Banesto y Kieselstein participan al 50% cada uno en Oasis International Group . Nos parece que hay una vinculación y que no se cumplía la normativa".

La perito intentó desbrozar el bosque de relaciones entre el grupo Banesto y Kieselstein Stiftung y el apoyo crediticio que le brindó el banco en 1992 (8.400 millones), con pignoraciones de acciones y contratos de arrendamiento de los inmuebles (oficinas de Banesto), aun cuando estos últimos ya no eran formalmente de Kieselstein.

Los peritos pasaron después a analizar varias operaciones conexas con Gescam, relacionadas con un pacto de recompra entre Pueyo y el entonces presidente de Banesto, Mario Conde, de un paquete de 1,5% del capital, o 1,48 millones de acciones de Banesto, -al precio fijo de 5.100 pesetas por título-, operación que nunca fue contabilizada. El precio a pagar por Banesto para recomprar a Pueyo era de 7.548 millones, pero el valor de cotización de las acciones de Banesto en Bolsa era del orden de 3.400 millones. La pérdida, pues, era de unos 4.200 millones. Para disfrazarla se simuló con ingeniería contable un par de operaciones, como Kerino y Cobra, de compraventa de aviones.

Los peritos analizaron otras operaciones de artificios para aumentar el valor de los activos y de ocultación de fiducias. Desmenuzaron la activación de gastos en Banesto por salida a Bolsa de la Corporación, mediante la cual en 1992 se incluyeron una serie de facturas que ni tenían que ver con dicha salida bursátil ni eran gastos de establecimiento, únicos que podrían ser contabilizados en el activo a cuenta de una proyección de resultados futuros. La perito leyó el concepto de algunas de las facturas, que sumaron 4.122 millones, como la compra de catavinos o el pago de un informe sobre cementeras.

En los estados contables, siguió con su informe, se ocultaron compromisos traducidos más tarde en fuertes pérdidas (fiducia de Swoboda en Asturiana del Zinc, con números rojos por 10.000 millones).

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